2- Malditos Estereotipos.

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Ya había acabado el verano y mis largas "vacaciones" sabáticas de hace dos años llegaban a su fin. No fueron voluntarias, mi madre no puede trabajar debido a su ''situación'' (al menos hasta que se acostumbre) como lo indicó el doctor, así que tuve que comenzar a mantener la casa, como era menor de edad, no era fácil conseguir trabajo con al menos un sueldo mínimo.

Había nacido en Reino unido, Bibury, un pueblo muy hermoso a las afueras. Mi padre era americano mi madre provenía de ahí. Supongo que el viajar una vez cada dos años en vacaciones, y casi todas las navidades desde que se divorciaron no permitieron que dejara atrás mi acento británico.

Mis padres se habían divorciado cuando yo tenía ocho años, fue un golpe duro. Mi padre no era cariñoso, ni mucho menos atento conmigo, pero que va, al fin y al cabo era mi padre y a los ocho años ¿Cómo podía entender que ellos ya no se amaban? ¿Qué él prefirió a su asistente de veintidós antes que a mi mamá? No era fácil para una niña que incluso después de ver como se llevaba sus maletas hasta su auto, creía que era una broma, que el volvería y arreglaría todo. Que tendríamos un final de cuentos de hadas.

Obviamente no fue así.

Nos tuvimos que mudar a una zona donde las casas fueran más económica, más pequeñas sólo para las dos. A los diez nos mudamos, y ahí conocí a mi mejor amiga, la hermana que siempre quise, vivía a sólo dos casas de la mía, un año mayor que yo. Liliana, pero prefiere que la llamen Lily.

Con 19 entrar en primer año de la universidad, es algo extraño. Pero al menos sé que estaré en la misma universidad que mi mejor amiga de la secundaria, que estaba en segundo año de pregrado de enfermería al igual que yo. Sólo que yo no había iniciado si quiera.

-La Universidad de California, Los Ángeles, conocida también por su acrónimo, UCLA, es una universidad pública perteneciente a la Universidad de California -dejé de escuchar.

Este tipo parece que se leyó todo lo que dice Wikipedia.

[...]

Ya me había despedido de mi mamá, estaba terminando de subir mis cosas, sólo me hacía falta mi lámpara de escritorio y mi caja de libros que me había regalado mi tía de medicina básica. Esa caja de casi tres kilos debía subirla hasta el tercer piso y dejarla en el pasillo para poder así ir hasta la recepción de estudiantes y buscar mi llave.

Exhale de manera exagerada mientras ponía mis manos como jarras— Los buenos libros pesan —dije para mí-—. Recuerda... Los buenos libros pesan.

-Una interesante analogía —dijo un chico de cabello castaño con la piel un poco bronceada.

-Ho-hola... —el chico me había asustado.

-Soy Owen, y soy el encargado de los dormitorios de los chicos —dijo, su tono era amable.

-Naomi, un placer —le Sonreí, me mantenía con mis brazos en jarras.

-¿Necesitad ayuda? —señaló la lámpara.

-Ese no es el verdadero problema —señalé la caja de libros.

-Mierda —puso cara de espanto.

-Y son nada más y nada menos que tres pisos —bajé mis brazos y los dejé a mis costados.

-¿Todo lo has subido tu sola?

-Bueno, querer es poder... Pero ya no quiero ni puedo —me quejé.

-Me vas a deber una pizza Hawaiana, familiar, con extra de piña —bufó y tomó la caja en brazos.

Sonreí agradecida y subimos las escaleras. Llegamos al pasillo y el no parecía tan cansado, ahí estaba mis maletas, mi bolso, una pequeña mesita de noche y una alfombra.

Desventajas de ser alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora