27- Young and Beautiful.

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Desperté con un sabor amargo en mi boca, mis oídos chillaban con el silencio que me rodeaba. El dolor punzante en mi cabeza me hizo no querer abrir los ojos. De nuevo, el sabor amargo me dio arcadas. Me hice a un lado e intenté levantarme pero, la habitación entera daba vueltas. ¿Qué estabas sucediendo?

Sentí un ardor en mi frente e inmediatamente lleve mi mano al dicho lugar, sentí algo húmedo correr por las yemas de mis dedos. Abrí los ojos y la oscuridad me desconcertó. ¿Estaría en una pesadilla?

-Hola.

La voz gruesa y rasposa no me era familiar. Luego, unas manos me tomaron de los brazos, esas manos estaban heladas. Heladas como el piso que tocaban mis dedos. Estaba débil como nunca lo había estado, el aire entraba a mis pulmones a duras penas, mi cabeza iba de un lado a otro, nada tenía sentido. Olía a humedad, a ropa vieja, a tabaco y de nuevo el sabor amargo me provocó arcadas. Retuve el líquido que ascendía por mi garganta, no quería vomitar. A nadie le gusta vomitar.

-No quería que nada de esto fuera así... no debió ser así.

Su voz era temblorosa. Lo que me dio un pequeño brinco de seguridad, no era un criminal de primera.

-¿Ah?

Fue lo único que salió de mis labios.

Miércoles 25 de noviembre, 10:35 am.

-Mamá, él está bien. Ve a tu cita con el doctor. Ya deposité el dinero a la cuenta de mi tía.

-A veces pienso que tú eres la mamá.

Las dos reímos. Fije mi mirada en la puerta del cuarto de Aiden y decidí tocar.

-Yo también lo creo. Mamá, te llamo dentro de un rato, te amo.

-También te amo hija, saludos a Aiden.

-Vale.

La puerta se abrió y una mucama salió con un plomero en la mano. Me dedicó una sonrisa y se alejó por el pasillo.

-Amor.

Dijo con una sonrisa amplia, cerré la puerta detrás de mí y le devolví la sonrisa. Deje mi bolso en el pido cerca de la puerta y caminé hasta la orilla de su cama.

Había un gran ventanal con una larga y fina cortina blanca que lo cubría, las paredes eran blancas, la madera de la cama era un marrón claro que combinaba con el mármol del piso. Su habitación era amplia, fresca e iluminada.

-¿Trajiste lo que te pedí?

Susurró.

-Lo deje donde me dijiste.

Le respondí en otro susurro.

-Excelente...

Soltó una risa larga y palmeó un lado de la cama vacía. Me senté un poco incómoda, estábamos en la habitación de su casa. Su madre había salido pero, se me hacía incómodo que cualquiera pudiera entrar en cualquier momento.

-¿Cómo sigues de los puntos?

-Bien, ya no me duele la cabeza, el moretón desapareció. Estoy mejor que nunca.

-Me alegra... Oye, ¿ya pediste que enviaran el informe a la universidad?

-Le iba a decir a Junior, pero se me borró su número.

-Yo lo llevaré, no quiero que te reprueben el semestre.

-Eres la mejor.

Le dedique una sonrisa ladeada, le pregunté a Aiden si podía poner música, me dijo que detrás de la puerta de su closet estaba un equipo ahí podía conectar el teléfono. Él tomó su portátil y se sentó en la cama cruzando las piernas como indio. Reproduje la canción de Lana del Rey, Young and Beautiful.

Caminé de vuelta a la cama y me senté en la orilla, Aiden tomó el dobladillo de mi camisa y comenzó a jugar con él. Estaba sumergido en lo que fuera que estuviera haciendo en su portátil. Mi espalda tocó el suave colchón. Mi día estaba siendo demasiado estresado. Mi mamá estaba en una de sus últimas visitas al doctor, el tratamiento estaría completo para finales de enero del año entrante y, ella podría ver con más claridad. Por otro lado, había tenido una discusión con Natalie, cosa que no era extraña, siempre peleábamos. Leah también tuvo una discusión bastante grave con Mason. Desde que Mason salió del hospital, hace dos días. No se hablan. Ni ella quiere hablar sobre por lo que pelearon.

-La letra de las canciones de esa mujer son increíbles.

Escuché la rasposa voz de Aiden, me gire a verlo y asentí volviendo a mis pensamientos.

-¿Estás bien?

-Sólo un poco tensa.

Dije con indiferencia, no quería preocuparlo. No me gustaba bombardear a las personas con mis luchas internas.

-Te irás dentro de una semana, ¿cierto?

-Así es...

-Te voy a extrañar...

Cerré los ojos por un segundo y sin darme cuenta sonreí.

-También te voy a extrañar.

Sentí el colchón hundirse junto a mí pero sin embargo no abrí los ojos, no sé porque me sentía tan lejana al momento, era como si me viera en retrospectiva. Sentí el brazo de Aiden curvarse sobre mi vientre, su mano me atrajo hacia él.

Sus ojos y los míos no se podían alejar, su mano derecha no dejaba de hacer círculos en mi espalda baja, sin mi consentimiento mis dientes atraparon mi labio inferior. Sus ojos ya no estaban en los míos, ni los míos en los de él. Mi vista viajó desde sus labios a su nuez de adán, luego hasta su camiseta blanca. Las venas marcadas en sus brazos me hicieron estremecer, sentí la boca seca. Una sonrisa socarrona se curvó en sus labios, antes de poder formular una palabra su rostro se acercó al mío. Cerré los ojos en un instinto, su cálido aliento golpeo mi mejilla, la sensación de la comisura de sus labios rozando mi mejilla me dio una sensación extraña.

Tomé aire tratando de calmar mis nervios, un simple y pequeño contacto que hicieron nuestros labios fue de alguna manera tan satisfactorio y lleno de lujuria. Su mano dejó de hacer círculos en mi espalda baja, subió hasta mi nuca y me trajo más hacia él. Se rodó hasta quedar vertical a la cama, atrajo mi cuerpo con sus manos hasta su regazo. La ropa me pesaba, el calor me sofocaba.

Tomé el beso más de manera desesperada, de pronto Lana del rey ya no se escuchaba, nuestras respiraciones eran parte del sonido de fondo de Arctic Monkeys, I wanna be yours. Sentí un poco de gracia respecto al significado de la canción y al momento en la que decidió reproducirse.

-Amor...

Se alejó de mí rostro por un momento y fijó su vista en mis labios.

-Con calma...

Una sonrisa se curvó en mis labios e hice caso, el beso ya no era desesperado, era al ritmo de la canción, lento. Luego de un momento volví a sentir el colchón en mi espalda, crucé mis piernas en su cadera, sus brazos estaban a cada lado de mis costados. Abandonó mi boca para devorar mi cuello, mordió levemente y escuché el susurro de su voz.

-Eres mía.



Desventajas de ser alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora