32- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

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¿Cómo puedes estar tan seguro? —pensé en decirlo. Pero no lo dije. No sabía que decir en esos momentos, quiero decir, ¿cuándo tu novio te dice que puede ser hijo de una aventura? Porque ni siquiera es el punto de que sea adoptado, si ese fuera el caso, él estaría agradecido que (a pesar de su relación con sus padres) lo criaran de manera educada con un techo sobre su cabeza. Pero, el saber que eres hijo de una infidelidad...

-Vergonzoso. Es la palabra que buscas. -dijo con la cabeza gacha. Mirando nuestras manos entrelazadas.

-Aiden, padre no es él que engendra, es el que cría.

-Es la misma mierda...

Soltó mi mano y por un momento pensé que estaba molesto conmigo también. Pero luego me dedicó una frágil sonrisa, sacó un pequeño sobre del interior de su chaqueta y me lo entregó. Lo miré un poco confundida.

-¿Qué es?

-Un regalo de navidad... -reprimió una sonrisa mordiendo su labio inferior.

-Bien... -dije juguetona. Abrí el sobre, era una especie de carta- ¿Es un poema? -lo miré. Él asintió con la cabeza.

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie


tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza


sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.

-Mario Benedetti. Revisa el interior del sobre.

Sentí el peso al fondo del sobre. En mis dedos se enredó lo que pareció una cadena de plata, que resultó ser una pulsera, con pequeños dijes. Eran al menos cinco. Todos de diferentes formas, aún no comprendía el significado de cada uno de ellos. Me mantuve unos segundos observando la pulsera. Luego lo miré y el me miraba a mí. De manera inexpresiva.

-¿No te gusta? –preguntó algo triste.

-Me encanta. Pero no entiendo su significado –señalé los dijes.

-A ver —tomó mi mano izquierda. La coloqué palma arriba, él abrochó la pulsera—. Cada uno de los dijes representan cada uno de los momentos especiales que he vivido contigo —la comisura de sus labios se elevó en una grande sonrisa—. El sol, es el amanecer que fuimos a ver.

-Después de la fiesta... —concluí. Sonreímos.

-Este pequeño cuadro verde—justo era ese el que me parecía más confuso—. Nuestro primer beso.

¿Primer beso?

-En el baño multicolor...

-Luego de besar a Kris —recalqué.

-Por favor —soltó una risa. Tomó un mechón de cabello suelto y lo guardó detrás de mi oreja—... tu besas mil veces mejor que ella.

Traté de no reír y él se mantuvo observando mis ojos. No los apartó, incluso para tomar el otro dije.

-¿24? —pregunté. El dije que él sostenía entre sus manos era el número 24.

-Nuestro segundo beso. En mi auto. Fue el día 24.

-¿Todos los momentos especiales, son nuestros besos?

-No todos. Pero la mayoría. Y sí fueran todos nuestros besos... creo que necesitaría un collar.

Solté una carcajada y volví a asentir.

-'Creep' —pronunció—. No quiero que te vuelvas a sentir excluida, y tampoco no especial. ¿Te digo algo? Somos un par de personas inespeciales.

-Esa palabra no existe —reí.

-No importa. Somos un par de seres ordinariamente extraordinarios.

-¿Y este último?

-Es un lápiz...

-¿Qué significa el lápiz?

-Era el último que quedaba... y me pareció tierno —los dos reímos una vez más.

-Con este lápiz escribiremos nuestra historia. -murmuré para mí.

-¡Dios mío! ¡Naomi detrás de ti!

Mi corazón dio un brinco y volteé. Al voltear sólo vi una pequeña mariposa cruzar volando. Fruncí el ceño y me encogí de hombros confundida.

-¿Le tienes mied-

Sus labios chocaron con los míos en un casto beso. Me tomó por las mejillas. A penas rozando nuestros labios. Fue un beso lindo. Un beso de un par de personas ordinariamente extraordinarias.



Desventajas de ser alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora