24- Carrera de ruedas.

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Naomi.

-¿El fémur?

Asintió una vez más.

-Palabras de Leah. No mías.

-Sólo me Torcí el tobillo. ¡Que dramática es esa chica!

No pude evitar soltar una carcajada luego de ver la cara de Mason. Él estaba en silla de ruedas con una venda en el tobillo izquierdo. Había venido a ver a Aiden luego de dar vuelticas por todo el piso con la silla. Me pregunto ¿como fue que Leah no le vio haciendo carreras por todo el piso? Mi primera impresión fue de espanto. Creí que estaría en cirugía o inconsciente. Gracias al cielo que ninguno de los dos salió tan grave como imaginamos.

-La tendré que llamar.

Con un bufido molesto salió de la habitación. Reposé mi cabeza en el sillón y fije mi vista en Aiden que trataba de encontrar la señal para poder cambiarle al canal.

Su madre, estaba de camino a la fraternidad en busca de ropa para que se pusiera cuando lo dieran de alta, el día de mañana por la tarde. Su padre firmaba el papeleo y pagaba las cuentas del hospital.

Le miré con una sonrisa, no dejaba de refunfuñar porque el mando no cambiaba el canal de noticias. Me levanté del sillón, tomé el otro mando que estaba en la mesita junto a él y se lo entregué.

-El que tienes es el del aire.

-Obviamente, yo sabía eso.

-Oh claro, por supuesto.

Me hizo un espacio en la camilla para que me acostara junto a él. Me acomode en su pecho y le rodee con una pierna.

-Quiero saber que sucedió con Hilary.

Sentí como la paz abandonó su cuerpo, colocó en mute el televisor.

-Ella ha sido mi vecina desde que tengo uso de razón. Solíamos jugar casi siempre. En fin, éramos muy unidos. En mi ultimo año de la secundaria ella estaba en primero. Ya no eramos tan unidos como antes... Hubo una fiesta de fin de año, todos se volvieron locos con el alcohol y hubo un par de personas que repartieron pastillas. Más que todo a las chicas.

Su mandíbula se tensó y dejó de mirarme.

-Al día siguiente despertamos juntos en la azotea. No sé lo que pasó, mucho menos cómo. Pero nueve meses después ella estaba dando a luz un hijo mío. Santiago. Desde ese momento mi vida cambió. Fui un estúpido.

-Pero te hiciste cargo de él. No todos lo hacen...

-No me estas estas escuchando, Naomi. Nueve meses después fue que quise saber de él. Yo tenía diecisiete, no quería acompañarla a cosas como el control o ir a comprar ropa para él. Naomi, yo no lo quería ¿entiendes?

-Aiden, no importa lo que hiciste o no hiciste en el pasado. Ahora lo eres tod-

-Sí importa Naomi. A mí me importa...

Se pasó la mano derecha por la cara y despeino un poco su cabello. Levanté la vista y le miré, estaba mirando la puerta fijamente por alguna razón. Miré en sus ojos el arrepentimiento y la rabia comprimida en la fina línea que se habían vuelto sus labios.

-Aiden, no puedes cambiar el pasado. El presente es otra voz.

-Creí que... Cuando te contara te irías de mí...

-Ni sueñes. No te vas a deshacer de mí tan fácil.

Esbozó una sonrisa y me miró.

-Venga pa' acá.

Me incline hacia su rostro, acaricie la linea de sus labios para luego juntarlos en un beso que me llegó hasta los pies.

En medio del beso sonrió. Y fue cuando supe que estaba perdidamente, locamente y ciegamente enamorada de Aiden Thomas.


Desventajas de ser alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora