Capítulo 13| Partido con los Bulldogs -parte 1

43.1K 3.1K 326
                                    

No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo en ocasiones. El instituto no es tan pesado como imaginé, de cualquier manera, sí que dejan demasiadas tareas y proyectos. Lo único que pretendo es no atrasarme en nada. Siempre me he creído una gran jugadora de fútbol americano –y es que lo soy– pero hay una larga línea entre jugar por diversión y hacerlo en un verdadero equipo. Antes pensaba que solo necesitaba tener agilidad y destreza para ser una gran jugadora, que equivocación tan grande. Para cualquier deporte se necesita una excelente condición física, cosa que yo no poseo. Puede que sea delgada y tenga mis rollitos en el abdomen, pero resistencia no tengo. Y ahí la razón por la cual me han hecho polvo en los entrenamientos. Ya no necesito la dieta, necesito en poder sentarme en el sanitario sin que me duelan las piernas. El dolor es parecido al primer día de gimnasio. Han transcurrido dos días desde el castigo y desde que me enteré del partido de inicio de temporada, el cual es hoy. Y eso también me tiene con los nervios de punta. En dos días he podido mejorar mi precisión, algo que me ayudó con eso fue la gimnasia de la infancia. Por suerte he demostrado mi buen rendimiento en el campo y el entrenador me dejará ingresar como titular.

En estos momentos estamos en el campo entrenando, el entrenador no nos deja descansar ni un minuto, dice que debemos patearles el trasero a los Lagartos. Según lo que me comentaron los chicos, el entrenador Dexter y el entrenador de los Lagartos no se llevan bien. Y ahí la respuesta de porque estamos dando vueltas al campo. Mi respiración agitada acompañada de mis jadeos hace que me estrese, además de las gotas de sudor que empapan mi vestimenta. Había dicho que mejoré mi resistencia, pero tampoco soy una máster.

— ¡Más rápido, perdedores! ¡¿Acaso son nenitas?! —grita, como por décima vez consecutiva, el entrenador.

No sabía que llevabas la cuenta.

«Eso no te incumbe, además no llevo la cuenta».

No creí que existía una persona más intensa que tú, pero veo que Dexter superó mis expectativas.

«Sí, las mías también. No sabía que era tan intenso como yo... ¡oye! Yo no soy intensa».

Ya lo admitiste, no hay marcha atrás. Ahora fíjate por dónde corres, estás como estatua.

«Yo no soy estatua».

— ¡Dylan, corre! ¡Estás como estatua! —exclama el entrenador Dexter, haciendo sonar su silbato. Parpadeo saliendo de mi trance, sin mediar palabra reanudo mis pasos por el campo.

¿Ves? Te lo dije, estatua.

Ignoro el odioso comentario de Consi y sigo corriendo. Mi cuerpo se siente cansado, como si pesara más de lo normal, me cuesta demasiado llevar el oxígeno a mis pulmones. Todos nos vemos exhaustos, necesitamos un descanso. Mi rostro debe estar colorado, mi rostro tiene a ponerse carmesí cuando hago demasiado esfuerzo físico.

—Entrenador, creo que ya es suficiente —un jadeante Tyler se acerca a Dexter. De inmediato todos dejamos de correr y nos acercamos, ni siquiera siento el suelo bajo mis pies. Mis piernas parecen gelatina, como si pudieran desvanecerse en cualquier momento.

— ¿Acaso en el partido vas a creer que ya es suficiente? —inquiere con sarcasmo el entrenador, imitando la voz de Tyler a lo que todos reímos.

—No, pero ya estamos cansados. Hemos practicado sin parar un buen rato. Ya es hora de descansar, en dos horas comienza el partido —le dice con voz de mando, cabe recalcar que el chico es un buen líder. El entrenador nos observa a todos para después asentir.

—Está bien, tienes razón. Vayan a bañarse y los quiero aquí en dos horas. Debemos ganar ese partido.

Todos decimos un «sí, entrenador» y nos dirigimos a los vestidores. Espero de manera paciente que todos se duchen, intentando recuperar el aliento. Una vez el lugar está desierto hago lo que sea vuelto mi rutina.

Instituto de Hombres [#1] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora