Pasar la tarde con los chicos no fue tan mal como creí, aunque los coqueteos sin sentido no faltaron. Tuve que inventar una excusa para desaparecer cuando ya me estaban invitando a salir otro día. Al volver al internado ya cambiada de ropa corro a mi dormitorio. Una vez tumbada en la cama cruzo mis piernas al estilo indio, vestida como de costumbre.
Es decir, disfrazada de hombre.
Necesito poner a funcionar mi nuevo móvil lo antes posible, la intriga que me dejó el mensaje de mi madre no me permite esperar más. Agarro la caja del celular entre mis manos con intenciones de abrirla, sin embargo, no tardo en quejarme e insultar a quien inventó estas cosas. Son demasiado complicadas de abrir. Sigo forcejeando con la caja hasta que por fin logro abrirla. ¡Aleluya! Mi hermoso bebé nuevo.
—Como te amo. —le doy un beso a la pantalla de móvil, sabiendo que debo lucir patética.
Ahora a encenderlo. No me pasa por alto cuánto tarda en encender un aparato, es tan insoportable como esos tres minutos del microondas. Por fin el celular enciende. No demoro en descargar las principales aplicaciones, comenzando a llegar una gran cantidad de notificaciones que no pienso leer. Espero un par de minutos para que toda la información que tenía en mi ya fallecido móvil sea transferida al nuevo. Cuando los mensajes de WhatsApp son transferidos encuentro uno de mi madre. Con rapidez doy clic en el icono.
Mamá <3
Dylan Camila, hasta ahora tuve tiempo de enviarte la foto. Disculpa, ya sabes que tengo mucho trabajo. Espero que estés bien y no causes problemas. Un beso.Es el mismo mensaje que leí en el bosque antes de que Tyler me dejara caer. Y ahí está un archivo adjunto. Con el pensamiento de que debo ver la imagen espero a que termine de cargar, y en ese instante el color se esfuma de mi rostro, al igual que el atisbo de sonrisa.
Es él. Es mi hermano. Es Nick. Muérome, entiérrome y resusítome.
En la foto aparece Nick con una camiseta azul comiendo pizza, además de una amplia sonrisa hacia el lente de la cámara. Cualquier rastro de emoción se desvanece de mi semblante, abriendo paso a miles de conjeturas en mi cabeza. El oxígeno queda atrapado en mis pulmones y un nudo se forma en mi garganta, impidiéndome respirar. Y aquí es cuando la realidad me golpe, esa realidad donde mi compañero de habitación es mi hermano, el mismo que coqueteó conmigo hace menos de veinticuatro horas. Sin saber cómo reaccionar lanzo el celular lejos de mí, pensando que de esa forma me sentiré mejor y viendo cómo la batería cae del otro lado. Un chillido escapa de mi garganta antes de comenzar a hiperventilar.
450 dólares para que a la primera caída se desarme, qué estafa.
Mi grito repentino fue tan ensordecedor que parece que un asesino en serie estuviese sosteniendo una sierra eléctrica para matarme. No despego mi vista del móvil desarmado en el suelo. Nick es mi hermano mellizo, joder. Mis ojos se cristalizan Y empiezo a respirar entrecortadamente, sintiendo mi garganta seca.
—Nick es mi hermano. ¡Nick! ¡Mi hermano! Hermano, hermanito, hermanoso, ese con el cual compartí útero nueve meses. El que salió por la misma vagina que yo. NPS. No puede ser. Santa virgencita de la papaya —murmuro, sosteniendo mi cabeza entre mis manos y recorriendo mi habitación, dando vueltas sin sentido.
Creo que estoy demasiado estupefacta por lo que descubrí, mi corazón late a mil por hora y no me sorprendería que saliera de mi pecho. Mis manos tiemblan, al igual que el resto de mi cuerpo. Unos golpes en mi puerta hacen que lleve la vista a la misma, suena como si quisieran derribarla.
— ¡Dylan! —escucho la voz de Will, seguido de muchos toques.
La emoción se mezcla con el nerviosismo, haciendo que parezca una neurótica.
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Instituto de Hombres [#1] EN EDICIÓN
Novela JuvenilSarcástica, irónica y directa. Esas son las palabras con las que se define a la perfección a Dylan Parker, una chica problemática que pasa por alto los comentarios de las personas. Después de vivir doce años de su vida junto a su hermano y su estúpi...