Contarles a los chicos cómo sucedieron las cosas fue algo complicado, comenzando porque me interrumpían cada minuto preguntando por cualquier detalle, todos casi se vuelven locos al darse cuenta de que han estado paseándose en ropa interior todo este tiempo frente a una chica, aún no podían creer que era yo quien peleó con Derek y con el chico del partido de fútbol, aunque Nick y Tyler sonreían porque saben cómo soy. Al final terminaron creyendo todo, pues es la verdad. Ya puedo usar ropa normal, no obstante, Nick se ha estado mostrado demasiado sobreprotector. Recuerdo que cuando estábamos niños lo era, pero pensé que había madurado. Cuan equivocada estaba.
— ¿Vas a ir, sí o no? —interroga Will, poniéndose su chaqueta.
La cuestión es que los chicos se van de fiesta y Nick no quiere que vaya. Iría solo para llevarle la contraria, pero tengo pereza así que no tengo ganas.
—No, gracias —respondo, cambiando de canal en la televisión, a la vez que busco algo interesante que ver. Mis pies están sobre la mesa de centro, a los chicos no parece molestarle en lo más mínimo.
— ¿Te vas a quedar sola toda la noche? —inquiere Daniel, abriendo la puerta y quedándose de pie en el umbral de esta.
—Ajam —contesto sin más, haciendo zapping con el control remoto.
Los chicos se despiden, el sonido de la puerta ser cerrada hace que me relaje aún más, hundiéndome en el mullido sillón. Al fin paz y tranquilidad. Sonrío, soltando un suspiro. Cambio el canal, dejando Los juegos del hambre. Amo más el libro, pero la película no es tan mala. Me levanto arrastrando mis pies hasta la cocina.
Solo abro y cierro estantes, tomando lo que se ve apetitoso. En el refrigerador también agarro bebidas y helado, además de una gran cuchara.
¿Te quieres intoxicar?
A decir verdad, tengo mucha hambre. Camino con las cosas en mis brazos, intentando no dejar caer nada. Deposito todo en la mesa de centro, lanzándome al sillón. Sin embargo, no dejo de observar los alimentos Un litro de helado de chocolate, crema batida, chispas de arcoíris, tres paquetes de galletas oreos, una Nutella, un tazón de gomitas que no sean verdes, una caja completa de pizza, dos litros de Cola-Cola y cupcakes hechos por Daniel.
Al observar todas las cosas luce como demasiado.
¡Es demasiado!
Hago ejercicio, incluso práctico fútbol. Me mantengo en forma todavía siendo perezosa, este trasero no es obra y arte del Espíritu Santo. El lunes empiezo la dieta.
Claro, si me pagaran por cada vez que he oído eso sería millonaria.
Ignoro el último comentario de Consi y me dispongo a comer todo lo que está en la mesa de centro, viendo Los juegos del hambre. No es que coma mucho, aunque sí como mucho. Pero me gusta. No quiero privarme de los placeres de la vida.
La película termina, la comida termina y solo quiero vomitar.
Te lo dije.
Mi estómago se revuelve como si se estuviese devorando a sí mismo. Una arcada me ataca de inmediato. Hago una mueca de dolor, gimoteando mientras sostengo mi abdomen con ambas manos. Duele. Me levanto del sillón, dispuesta a salir a tomar aire. Agarro mi chaqueta, ya que afuera debe hacer frío y es de noche. Me abrigo, cerrando la puerta tras mis espaldas. Bajo el par de escalones, sosteniendo con fuerza mi abdomen. El frío de la noche me golpea, guardo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. Me apetece recorrer el lugar.
Empiezo a transitar por varias calles, mientras más me alejo más desiertos están los lugares. No le tomo importancia. Los minutos pasan y con ellos mi dolor de barriga. Mis pasos son el único sonido perceptible, un escalofrío me recorre. Debí haber traído más ropa. Detengo mis pasos al girar hacia una calle que no conozco, comenzando a penar que no fue buena idea caminar demasiado.
ESTÁS LEYENDO
Instituto de Hombres [#1] EN EDICIÓN
Teen FictionSarcástica, irónica y directa. Esas son las palabras con las que se define a la perfección a Dylan Parker, una chica problemática que pasa por alto los comentarios de las personas. Después de vivir doce años de su vida junto a su hermano y su estúpi...