Instituto de Hombres [#1] EN EDICIÓN

Capítulo 34| Soy tu hermana

Disculpen la brevedad, lo recompenso en el próximo que es más extenso.

No me hago responsable de nada.

***

Se me está haciendo costumbre soltar las cosas sin pensar las consecuencias, si bien la mayor parte de mi vida he hecho las cosas por impulso, ahora la cagué. Y muy pocas veces admito que la he cagado. Ser imprudente es una de mis características, creo que debo cambiar eso. Le dije a la castaña que Nick es mi hermano, estaba fuera de mis casillas y simplemente lo dejé salir. Ella me observa como si me hubiese crecido otra nariz, mientras el otro luce confundido.

— ¡¿Qué!? —exclama la chica, echando humo por sus orejas antes de fulminarme con la mirada. Ni que tuviera rayos láser.

Estoy bloqueada y sin palabras, Nick solo me escanea desconcertado como si estuviese atando cabos en su mente. Dejo de lado mi nerviosismo por haber dicho que soy su hermana para poner en su lugar a la chica, necesito hablar con Nick sí o sí.

—Tu mirada no hace daño, que yo sepa no tienes rayos láser para fulminarme, Melody —me dirijo a ella, creo que ese es su nombre. No estoy segura si ese era, o tal vez era Melanie. Quizá era Madeline. Levanto el mentón enarcando una ceja con suficiencia, a lo que ella aprieta sus puños. Si las miradas mataran...

— ¡Me largo! —grita frustrada, dando media vuelta para alejarse de nosotros con largas zancadas.

Río para mis adentros hasta que recuerdo el embrollo en el que me he metido y se me pasa. Fijo mi atención en Nick, el cual me observa expectante.

—No le debías mentir de esa manera —suspira, pasando una mano por su cabello y, por consiguiente, alborotándolo aún más.

Este es mi momento. Debo decirle la verdad ahora, rápido y sin rodeos.

—No. No mentía —digo tímidamente, esquivando su mirada. Frunce el entrecejo.

—No comprendo.

Suspiro con pesadez, pasando una mano por mi rostro.

—Debo decirte la verdad sin rodeos y no me interrumpas, por favor —le suplico, él asiente sin estar del todo convencido—. Soy Dylan. Dylan Parker —suelto de repente, cerrando los ojos para no ver su reacción.

Silencio, lo único que se escucha son las personas de la playa y el mar chocando con la arena, pero nada más. Tomo valor y abro los ojos de a poco. Su rostro en este momento es un poema, quisiera tener una cámara para fotografiarlo. Luce confundido y constipado. No soy buena leyendo las emociones. No logro descifrar lo que expresa en estos momentos.

— ¿De-de qué hablas? Hay muchas Dylan Parker en el mundo —logra articular, todavía con el ceño fruncido haciéndome bufar pesadamente.

— ¡Dios! —Exclamo, mirando al cielo con las manos elevadas— ¿Acaso no comprendes? —Pregunto tomándolo de los hombros, él niega— ¡Soy Dylan Camila Parker! ¡Tú hermana, zopenco! ¡Y sabes que odio mi segundo nombre y a mamá le encanta decirlo! —suelto todo de golpe antes de señalarlo de forma acusadora, respirando con dificultad.

Su mandíbula amenaza con caer al suelo, ni siquiera parpadea y dudo que esté llevando el oxígeno a sus pulmones. Tomo una bocanada de aire, intentando explicar la situación lo mejor posible.

— ¡¿Qué demonios?! ¡Tú no eres mi hermana! —suelta de repente, causando que dé un respingo. Eso dolió, y mucho. Sus palabras fueron como dagas a mi oscuro, frío e insensible corazón.

— ¡No eres mi hermana! —Se altera, parece estarse debatiendo consigo mismo, lo digo pues abre la boca para hablar y la cierra de inmediato— Ella no es tan... —mueve sus manos señalando mi cuerpo—. Tan, tan... ¡ella no tiene pechos! —se desespera, jalando su cabello.