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—¿Hiciste qué?
Sofía detiene el camino del café hacia su boca con el rostro desencajado y un pequeño tic nervioso en la ceja derecha.
Estamos sentadas en la cafetería del Diario Meridiano, durante un pequeño receso que me obligaron a tomar porque estaba cabeceando en mi escritorio.
—Fui a la boda de León —repito, pero sé que ella escuchó desde la primera vez que lo dije—. Necesitaba hacerlo.
El lugar no es muy grande, de hecho es pequeño si se calcula la cantidad de empleados que hay en la empresa. Está en el segundo nivel y tiene un amplio ventanal. El ruido del tráfico llega amortiguado hasta dónde estamos y es opacado por la música ambiental.
—¡Claro que no, Aura!
Las chicas de al lado nos miran con curiosidad y Sofía se resbala en su asiento, apenada. Es cómico como siempre intenta pasar desapercibida y suele ser imposible debido su físico. Su cabello es rubio claro y lacio, lo lleva recogido en una media cola; sus ojos aceitunados resaltan sobre la piel blanquísima. Sofía es preciosa y me recuerda a una muñeca por sus expresivos ojos grandes, pero no soporta que la llamen así... Es parte del secreto que compartimos y sé que la sola mención de esa palabra puede provocarle un ataque de ansiedad.
—No tenías que ir —agrega luego de dar un pequeño sorbo a su café—. Creo que no debiste abandonar las terapias.
En realidad, no las he abandonado y sólo he dejado de ir por unas semanas o ese es el plan.
Decido platicarle desde que tomé la terrible decisión de ir a la boda de León hasta que desperté en el bar de Federico. Suprimo por completo a Dimas, no estoy lista para hablar de él y necesito escuchar a Sofía tranquilizándome sobre mi extraña relación con León.
—No hay relación —confirma por millonésima vez en el año—. Lo digo en serio, eso no es una relación.
—León me quiere... —murmuro, estoy segura de que es así— y yo...
—Es una relación autodestructiva. Mírate, pareces muerta viviente por su culpa y dices que te quiere...
Dimas tiene parte de culpa sobre mi deplorable físico. Tengo varias capas de maquillaje para disimular las enormes ojeras que cuelgan bajo mis ojos.
—Y tienes que deshacerte de ese anillo.
Miro mi mano y hago una mueca.
—Lo sé.
—Me alegra que lo sepas, pero tienes que hacerlo y no decirme que lo sabes.
Sonrío y me imita. Está vestida de forma impecable con un pantalón azul marino y blusa blanca con su gafete prendido al bolsillo de ésta. Es la asistente del director general, es decir, su padre. Algún día este lugar será de ella y la están enseñando a administrarlo o eso lo que el señor Dager dice; en realidad creo que lo hace para brindarle más confianza a su única hija y me parece el padre más amoroso que existe en el mundo.
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La Melodía de Aura 1 - Preludio
RomanceAura terminó con su amor de la infancia la misma noche en que habían decidido mudarse juntos a la capital. Esa noche observó a Dimas partir, a su mejor amigo, la única persona que amaba. Los años pasaron, Dimas no quiso volver a hablar con ella...