Capítulo 14

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Antes de pasar al capítulo quería agradecer a las personas que se toman el tiempo de leer y votar; es gracias a ustedes que la historia continúa. 

Lena

Lena

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La mayoría de las personas odian los lunes, en mi caso el peor día de la semana es el domingo y es gracias a mi familia.

Voy arrastrando los pies hasta la cocina, consumida por un enorme bostezo, cuando añado un punto más a los horribles domingos: Minerva está ahí. Me ha escuchado, pero está arrodillada anudando su zapatilla deportiva y alcanzo a ver lo que parece un tatuaje en la espalda, asomándose por debajo de la blusa.

¿Qué pasó con esas épocas donde nadie llevaba tatuajes?

—Buenos días —saludo frotándome la cara.

No planeo ser la bruja maldita que interviene en la extraña relación que tienen.

—Hola.

Se incorpora y gira hacia mí, viste un ajustado atuendo deportivo que no esconde el abdomen plano. Necesito controlarme para no poner los ojos en blanco y gritar que alguien le entregue el título de Miss Universo a esta mujer.

—Sólo estoy esperando a Dimas.

—Claro —murmuro.

Voy hacia la alacena y saco mi caja de cereal nueva o eso creí porque ya está abierta... Suspiro, no sé si me acostumbraré a que alguien se pasee por mi casa, así se trate de Dimas, y mucho menos con Minerva; no creí que ella viniera al departamento.

—No encontraba una liga de cabello.

Es Dimas y lo miro sobre el hombro...

¡Por Oz! Está sin camisa y con un pantalón deportivo resbalado sobre la cadera. Veo por primera vez el tatuaje que es más grande de lo que creí. Los tentáculos de Cthulhu (1) abarcan su pecho y el resto del dibujo baja desde el hombro hasta el brazo. Es muy detallado, una verdadera obra de arte y me obligo a regresar mi atención a mi cereal súper interesante antes de comenzar babear.

Vuelvo a preguntarme... ¿Por qué siente celos de Eric? Por el cuerpo no es, Dimas está...

—¿Te despertamos? —pregunta a mis espaldas, pero no me atrevo a girarme y menos con la tarada de Minerva observando.

—No, tengo cosas qué hacer.

Un momento de silencio en el que aprovecho sacar la leche del refrigerador, intercambian una mirada incómoda. Dimas se coloca una playera holgada.

—¿Crees que podamos hablar al rato?

Dimas desciende su mirada celeste sobre mi cuerpo, parece disfrutar de que use mi pequeño pijama sin sujetador debajo.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora