Capítulo 18

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Los amigos de León me saludan como si nos hubiéramos visto el día anterior, no logro responder. León está sentado y me abraza por la cintura mientras platica y bebe de su cerveza.

Todo parece ir en cámara lenta y no sé bien cómo reaccionar. Necesito salir de aquí, pero mi cuerpo no obedece y se deja dominar por la presión justa que él sabe ejercer para doblegar mi voluntad. Así me trajo hasta aquí, con un ligero apretón en la muñeca y la sonrisa afilada, prometiendo enojarse si no obedecía.

Es ridículo cómo estando en el bar de Federico me sienta tan sola y no encuentro a nadie para pedir ayuda. Sé que es algo que debo hacer por mí misma, apartarme y enviarlo al demonio, pero no puedo... ¡No puedo hacerlo!

Encuentro el celular en mi mochila y lo enciendo, León me lo arrebata.

—¿Vas a llamar a alguien, cariño?

Cariño, hace mucho que no me llama así.

—Dame mi celular —digo con un hilo de voz—, por favor.

Rompo el contacto y contemplo el atractivo rostro de mi ex prometido. Tiene el cabello peinado hacia atrás y viste una camisa blanca bajo una costosa chamarra de mezclilla. Él nunca se vestía así, por lo que imagino que ahora debe estar usando las tarjetas de crédito de su esposa.

—Estás más hermosa que nunca ¿Lo sabías?

Aprieto los labios y detesto el hormigueo que rodea mi corazón.

—Desde que te vi en esa foto supe en dónde encontrarte.

—¿Cuál foto?

—La que subió tu amigo.

Saca su celular y, luego de deslizar los dedos un rato sobre la pantalla táctil, me enseña la fotografía que tomó Dimas antes de abrir el bar.

—Supongo que por eso se molestó su novia —sonríe de forma encantadora—, pero ella no tiene que preocuparse porque eres mía.

¡No eres suya! escucho en mi interior la voz de Sofía.

—Estás casado.

—Ambos sabemos que no tenía opción —murmura, dejando de sonreír, y toma mis manos—. Sus padres... no tienes idea de cómo son.

—Podías hacerte cargo del niño sin casarte con ella.

—¿Y crees que sus papás iban a permitir eso? —pregunta consternado—. Están locos.

Hemos tenido la misma discusión cientos de veces, pero esta vez no termino de creerle.

—No, León. Si me hubieras amado de verdad habrías luchado por mí.

—¿Y qué crees que estoy haciendo?

Su voz se dulcifica al preguntarme eso y me atrae hacia él sin que consiga oponer resistencia. Sus dedos acarician mi cara hasta llegar a mis labios y lo siguiente que sé es que nos besamos.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora