Capítulo 13

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—¿Tienes alguna duda?

Sostengo la carpeta contra el pecho y lanzo una mirada hacia la bodega de licores, Federico ya me ha explicado la ubicación de cada bebida. Se supone que debo que recomendar bebidas y desconozco sobre el tema, así que pasaré mis ratos libres investigando en Internet.

—¿Estás seguro que esto es para mí?

—Muy seguro, nena —contesta—. Tienes una sonrisa que conquista a cualquiera y sé que puedo confiar en ti... —Si continúa repitiendo eso terminaré por creerlo—. Esto de las bebidas nunca sucede y, si alguien preguntara, puedes recurrir a uno de los meseros.

Suspiro, nada convencida. Por otro lado, el pago es mayor que el que recibía en el periódico; eso me recuerda que debo hablar con mi tía para que aumente la renta o será muy obvio que le pedí a Dimas vivir conmigo por capricho.

No madurar apesta.

—¿Puedo pasar hoy del uniforme?

—Sí, pero sólo por hoy.

El uniforme es una falda negra hasta las rodillas, con una blusa blanca y zapatos con tacón bajo. Me lo ha entregado apenas llamé a su oficina y luego me presentó con el resto del personal, Karina quiso asesinarme con la mirada. Además, el rumor de mi tatuaje se ha extendido y la mayoría estuvo más ocupado en observar mi mano izquierda que en escuchar a Federico.

Regresamos al frente del bar y Fede me abandona a mi suerte en el nuevo trabajo sobre el que debí leer toda la tarde. No creo lograr controlar al personal que parece conocer muy bien sus funciones, lo único bueno es que no se sirven demasiados platillos porque tampoco sé de eso.

¿Por qué Fede cree que esto es perfecto para mí?

Voy al baño a retocarme el maquillaje y al salir descubro a Dimas observándome desde el escenario mientras canta.

¿Cómo seré capaz de mantenerme alejada si duerme al otro lado del pasillo? ¿O en mi cama?

Muerdo mis labios, sé que aquello puede repetirse y el hormigueo sobre mi vientre me grita la mala idea que es... ¡Y cómo me muero porque vuelva a suceder!

—Necesitamos otra botella de Jack Daniels —interrumpe Karina mi ola de pensamientos sin sentido.

—Sí, claro —sonrío—. Iré por una.

—Es para ayer...

La chica entorna los ojos y se gira sobre sus talones para continuar atendiendo. Karina aparenta más o menos mi misma edad, su cabello es castaño claro y el peinado semeja un casco. Sus enormes gafas gatunas son rojas, así como el labial que siempre usa. Me recuerda a Minerva por la seguridad con la que se mueve y entiendo por qué son amigas.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora