Capítulo 20

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Nos hemos dormido en el sofá durante el amanecer. Dimas arrojó los almohadones al suelo, para hacer más espacio, y me abrazó contra su pecho. Es la sensación más tierna que recuerdo, casi pude ver su instinto protector al observarme y, después de toda la adrenalina, caímos en un profundo sueño.

¡Por lo que odio a la persona que esté llamando a la puerta con tanta insistencia...!

Aparto con cuidado los brazos de Dimas y me levanto del sofá, se remueve inquieto un instante antes de volver a dormirse. Sus rizos oscuros están desparramados sobre el sofá y el cardenal en el abdomen es bastante grande.

Todavía estoy con mi diminuto pijama, pero la insistencia de los golpes no me deja ir a buscar algo más para cubrirme. Debe ser Minerva y Gabriel... ¡Pero estoy segura de que todavía es muy temprano!

Quito el seguro y entreabro la puerta, la suelto al ver a la última persona que espero encontrar afuera de mi departamento.

—¿Mamá?

Mi madre, como es de esperarse, empuja la puerta sin preguntar. Muy tarde recuerdo que Dimas sigue durmiendo sin camisa en el sofá.

—¡Así que es verdad! —exclama.

Dimas abre los ojos con sorpresa y se gira, cae del sofá. Las palomitas de maíz vuelan por los aires mientras intenta levantarse.

—¡Señora Reyes! —balbucea somnoliento.

—Dimas.

Mi madre coloca ambas manos sobre la cintura y lo examina con una mueca de desaprobación.

—¿Demasiado calor para usar playera? —pregunta.

Dimas abraza uno de los almohadones, que dejó en el suelo, y cubre su torso. No puedo evitar soltar una risita al ver su desconcierto, pero me dura poco la diversión cuando mi madre me mira de pies a cabeza.

—¿Y tú no podías vestirte con algo que sí se considere ropa?

—Mamá...

—¿Los interrumpí?

—¡No! —contestamos a coro.

—Me alegra porque vamos a tener una larga plática, ahora —puntualiza la última palabra y se detiene al lado de la mesa.

—Yo... iré por una playera...

Dimas retrocede, con la fría mirada de mi madre sobre él, hasta que desaparece en su habitación.

—Cuando te sugerí vivir sola no lo dije para que metieras hombres a dormir contigo —espeta mi madre.

—¡Mamá! ¡No está pasando nada entre Dimas y yo!

Más o menos, no es toda la verdad, pero tampoco mintiéndole...

—Buenos días, señora Reyes —saluda la cantarina voz de Sofía.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora