Capitulo 9

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Noa

Me desperté cuando sonó la alarma del móvil. Eran las ocho de la mañana.

-¿Puedes apagar esa cosa del demonio?

La voz con acento francés de Antoine surgió desde debajo de la almohada.

Apagué la alarma y me levanté.

-Arriba francés. Me dijiste que me llevarías a la universidad y que me dejarías ropa.

Se levantó con los ojos cerrados y dio un paso hacia delante. Se chocó contra la pared.
No pude evitar soltar una carcajada mientras él me miraba mal.

Salió de la habitación y volvió con varias prendas de ropa, tanto exterior como interior.

-Es de mi hermana-dijo mientras las dejaba encima de la cama-. Coge lo que necesites.

Me acerqué a la ropa y observé lo que me había traído. Escogí un pantalón vaquero corto pero ninguna de las camisetas era de mi talla.

-No son de mi talla-dije con cierta timidez

-Toma.

Se acercó a su armario y me dio una de las suyas. Era una camiseta de la selección francesa con su nombre y número.

-Gracias.

Sonreí y él me devolvió la sonrisa.

-Baja a la cocina y coge lo que quieras para desayunar, bajo yo ahora.

Fue al baño y yo bajé las escaleras para ir a la cocina. Le hice caso y abrí la nevera para ver qué tenia.

Se me cayó el alma a los pies. El contenido de su nevera de reducía a un limón, una botella de agua, un par de latas de Coca-cola, un par de huevos y un cartón de leche.

Abrí el pequeño armario que tenía junto a la nevera. Allí solo había más latas de refrescos y un paquete de galletas príncipe vacío.

-¡Antoine Griezmann Lopes! ¡Baja aquí ahora mismo!

A los dos minutos se encontraba a mi lado.

-¿Cómo sabes mi segundo apellido? Juraría que no lo he dicho nunca...

-Siempre que sale algún articulo tuyo en algún periódico lo leo-sonreí inocente-. Pero a lo que iba, ¿cuánto hace que no vas a la compra?

-Una semana, ¿por?

-Porque en la nevera y en el armario no hay nada con lo que subsistir.

-Me has pillado-hizo una mueca de culpabilidad-. ¿Te invito a desayunar?

Miré el reloj, aún me sobraba tiempo. Eran las ocho y media y entraba a las diez.

-No voy a dejar que mi invites siempre que estemos juntos, yo te invito a desayunar que me quedé en tu casa y después de las clases me invitas tú al refresco.

Asintió sonriente.

-Y te acompaño a hacer la compra-dije y Sonreí -. Tengo que asegurarme de que compres para seguir viviendo.

Asintió de nuevo.

-Vámonos-dijo cogiendo las llaves de su coche

Salimos de la casa y subimos al coche. Eché la mano al asiento trasero, donde había dejado dos días atrás mi mochila.

Cogí la cartera en ella y comprobé que tenía suficiente dinero para pagar dos desayunos.

Antoine aparcó delante de una pequeña cafetería de aspecto rústico.

Por Verte Sonreír #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora