Capítulo 17

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Noa

Me desperté gritando y llorando empapada en sudor. Eran las tres de la mañana y no recordaba qué había soñado.

-¿Qué pasó?-preguntó Antoine entrando corriendo mientras se frotaba los ojos

-Yo... No sé... Es que... No recuerdo...

Se acercó y me rodeó con los brazos mientras me susurraba palabras tranquilizadoras en el oído.

-¿Mejor? Voy al sofá a seguir durmiendo...

-No-me apresuré a decir-. Quédate conmigo.

-Está bien. Date una ducha, te sentará bien. No me voy a mover de aquí, lo prometo.

Fui al baño y me metí en la ducha. Cuando el chorro de agua fría entró en contacto con mi piel ahogué un chillido.

La verdad, la ducha me sentó bien y al salir de ella me sentí más despejada.

Me puse la ropa interior y una camiseta de asas. Volví a la habitación donde, el francés, estaba sentado encima de la cama y tenía la cabeza sobre su hombro. Tenía los ojos cerrados.

-Antoine...

Lo moví un poco y se despertó

-Voy a por el walkie, que está en el salón. Vengo ahora.

Se levantó y, arrastrando los pies, fue hasta el salón y volvió.

Se tumbó a mi lado y pasó su brazo alrededor de mi cintura.

-Sabía que acabaría durmiendo contigo -susurró en mi oído, lo que provocó que me estremeciera

Me sentía segura. Seguía sin recordar lo que había soñado pero, la mera presencia de Antoine, me tranquilizaba.

Me quedé dormida y me desperté a las nueve, cuando Antoine se levantó. Estaba de pie, de espaldas a mi.

-Se ve que cuando duermes conmigo estás más tranquila-dijo antes de darme un corto beso en los labios

Me sacó una sonrisa, algo que ya era habitual para él.

-¿Sabes que me levanté tres veces a calmar a Mía y tú ni te enteras te?-preguntó

-No. No lo sabía. ¿Está despierta?

-Creo que no. Voy ahora a ver. Cuando dormiste en mi casa me invitaste a desayunar, ahora me toca a mi.

-Podemos coger algo en el súper...

-Te voy a invitar.

-Está bien.

Vi mi maleta dentro del armario, por lo menos Gusi no había perdido tiempo colocando la ropa en perchas y cajones.

Puse la maleta encima de la cama y la abrí. Busqué algo que no estuviera arrugado (algo difícil porque las cosas estaban metidas enrolladas entre ellas) y encontré un vaquero corto y la camiseta del Celta de Augusto, que si estaba doblada. Me hice una nota mental: no dejar que Gusi volviera a hacer mi maleta.

Fui al baño, me duché, me vestí y salí. Cogí las converse que había dejado al lado de la cama y me las puse rápidamente.

Antoine me esperaba en la puerta, ya vestido, con Mía en su carrito.

-Eres bastante rápida para ser una chica.

Le eché la lengua y él me besó brevemente.

Bajamos en el ascensor y caminamos hasta su coche. Mientras él colocaba a Mía en su silla yo me abroché el cinturón.

Por Verte Sonreír #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora