Proyecto Kizuna 絆

La Estrella que Bajó del Cielo. ↔ KookieBoy.

Pareja: XiuHan.

Genero: Histórico, Comedia, Romance.

Advertencias: Menciones de Mpreg, viajes en el tiempo y una disfuncional relación de padre e hija.

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Todas las noches eran una odisea con la pequeña revoltosa que tenía como hija. No me era fácil el ser un padre soltero, cumplir una jornada laboral diaria de ocho horas, y aun así tener que volver a una casa patas arriba, donde una demonia en miniatura me esperaba esbozando una tierna sonrisa que adornaba prácticamente todo su rostro, desde su oreja izquierda hasta la derecha.

Y aunque las horas en la oficina transcurrían con una lentitud de miedo, nada me era más aterrador que observar con mis propios ojos los desastres que mi pequeño tormento realizaba durante mi ausencia, cuando el niñero, bastante inexperto y descuidado, que contraté, hacia ojos ciegos al caos y los estragos que Minah dejaba a su paso.

No es como si una niña de siete años pudiese controlar el mundo y hacer con él lo que se le antojase. Sin embargo, al igual que su padre, quien llegó a mi vida en un abrir y cerrar de ojos, la pequeña también podía hacerme girar alrededor de su órbita, adueñándose de mí, y generándome dolores de cabeza con un simple pestañeo.

Poco a poco, mis esperanzas de arribar a un hogar cálido, con una niña obediente vistiendo sus pijamas, lista para irse a la cama, habían ido mermando; en su lugar, platos rotos, pintura multicolor en las paredes, y chocolate por todo su rostro y manos, eran algunas de las cosas con las que me encontraba entre tanto exploraba mi departamento luego de terminar otro día de trabajo.

No obstante, no podía enojarme por mucho tiempo con ella, porque a pesar de fruncir mi ceño, elevar mi tono de voz e incluso ignorar sus berrinches y pataletas, esa enana era lo único que él me había dejado.

Sin muchos ánimos, aflojé un poco el nudo de mi corbata y me dispuse a recoger, con gran pesar, algunas de sus muñecas degolladas que yacían regadas por la sala de estar. Aparentemente el nuevo niñero que contraté solo duro un día, ya que lo primero que me recibió al entrar fue una pequeña nota adherida a la puerta principal, que contenía una breve disculpa y su renuncia.

Ciertamente no lo culpaba, ese pobre chico no era el primero, ni tampoco sería el último de sus víctimas. Tras suspirar profundamente, escuché sus pasos a través del pasillo y al instante todas mis alarmas se activaron; sin embargo, la pequeña no me dio oportunidad para reaccionar como yo hubiese querido, y tan rápido como su pequeña musculatura llena de vida se lo permitió, me tenía totalmente dominado.

—¡Muere, Hombre guapo que no quiere ser mi novio! — Su grito de guerra alcanzó mis oídos casi tan rápido como sus pequeñas extremidades alcanzaron mi corbata, colgándose de la misma; el nudo cerrándose por inercia y mi cuello siendo mortalmente asfixiado por tal acción.

Me quejé con la voz entrecortada, la misma era ininteligible tanto para ella como para mí. Me removí lo mas que pude hasta que logré separar su fuerte agarre de mi delgada prenda y mis pulmones pudieron respirar un poco de aire con muchas ansias.

—¿A-acaso tu c-cerebro es tan diminuto como tu cuerpo, mocosa? —Alegué tosiendo levemente, entre tanto mi respiración volvía a su ritmo natural —. ¡No puedo ser tu novio y tu padre al mismo tiempo!