Capítulo 8:

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-          ¿Me...reconoces? – pregunté inseguro.

Dejó su teléfono en la mesita que tenía a su lado y me miró sonriente.

-          Eso creo.

Se me iluminó la cara. Ella me reconocía. Corrí hacia ella y la abracé con fuerza. Ella empezó a reír a carcajadas. Quedamos tumbados en la cama, mirándonos, ella debajo de mí. Nos miramos directamente a los ojos. Éstos se complementaban perfectamente, como si estuvieran hechos para hipnotizarnos a los dos. Rocé mi nariz con la suya y ella rió.

-          No sabes que duro ha sido estos tres años… - le susurré.

Rojiza acarició mi mejilla con su dedo índice.

-          No has cambiado, Rubius, tienes el mismo aspecto. – sonrió. – Yo… no sé si te he echado de menos, me parece que fue sólo un mes que me fui a Londres. Pero luego analizo todo y veo que he estado tres años realmente… - posó sus manos en mi pecho y me apartó para que quedáramos sentados.

Sonreí débilmente y la miré fijamente.

-          Tú estás igual pero a la vez diferente, muyaya. – Analicé su rostro y noté como se sonrojaba. Esa era la Rojiza que yo conocía, la chica tímida. – Estás más… madura. ¡Viejaaaaaaa! – chillé de lado.

Ella me golpeó un poco el brazo con su puño y reímos.

-          Tú tienes 26, no sé que es peor… - me cogió la mano y la miró con una sonrisa.

Empezó a jugar con ella y a acariciarla. Yo sólo la observaba.

-          No se lo cuentes a nadie – dijo y clavó sus ojos con los míos.

Fruncí el ceño.

-          ¿Qué dise’? – pregunté y rió.

-          Que te he recordado. No se lo digas a nadie, por favor.

Asentí con la cabeza.

-          ¿Por qué?

-          Porque me prohibieron hablar de ello.

Reí.

-          A mí también me prohibieron llamarte Rojiza.

De repente, noté sus brazos en mi cintura y su cabeza apoyada en mi pecho.

-          Lo siento tanto… - dijo.

Acaricié su cabeza suavemente y besé su pelo.

-          No sé porque pides disculpas si no has hecho nada malo…

-          Sí, sí lo hice. Te abandoné.

Eso me punzó en el corazón. La abracé con más fuerza y apreté los ojos.

-          No, tú hiciste bien. Seguiste su sueño y lo lograste…

Se separó bruscamente.

-          Pero… - le tapé la boca.

-          No hay peros que valgan – sonreí y ella hizo lo mismo.

Rojiza iba a decir nada, pero oímos unos pasos provenientes del pasillo. Nos separamos rápidamente, yo sentado en la silla y ella con el móvil. Intentamos fingir una conversación sobre “YouTube”.

-          Sí, ___, al principio cuesta llegar a la fama, pero… - Rojiza me miraba extrañada. Vi a Clara entrar - ¡AH! Clara, estábamos hablando sobre lo de ser youtuber…

Ella se giró hacia su hija.

-          ¿En serio quieres ser youtuber? – le preguntó casi con cara de asco.

Por un momento me sentí ofendido.

Asentía con la cabeza bruscamente y levantaba el pulgar para que ___ me viera y dijera que sí y así prosiguiera nuestro plan.

-          Ehhh – me miró al fin – Claro, es un buen hobbie. – sonrió observando su madre.

Ésta última dejó un largo suspiro y se sentó al borde de la cama. Clara me hizo una mirada asesina indicándome que me fuera.

-          Bueno, chicas, ya me voy. – me levanté. – Recupérate, ___.

-          Gracias – y salí.

“Debo llamar a Mahe”, me dije.

***

-          Tú ehtáh tonto – me clavó un leve puñetazo en la cabeza. - ¿No te prohibieron recordarle cosah’?

Me rasqué la zona dolorida. Todas las personas de ese bar dónde estábamos nos miraban con cara rara.

-          Lo sé, lo sé. ¿Pero que querías que hiciera? Además, yo sólo la llamé Rojiza, fue ella quien lo recordó todo.

Volvió a golpearme en el mismo sitio.

-          Eh que ereh tonto.

-          No hace falta que lo repitas.

-          Ereh tonto.

-          Calla.

-          Tonto.

-          Mahe.

-          Rubiuh.

Nos miramos y empezamos a acercarnos peligrosamente… Pero Mangel fue rápido y puso su mano para que no nos besáramos. Nos incorporamos, cruzamos nuestras miradas y nos pusimos a reír a carcajadas.

-          No digas nada de lo que te he explicado, por favor – supliqué ya recuperado.

-          Mmmmh… Ehtá’ bien, tóh’ poh’ loh’ amigoh’

Lo abracé cortadamente.

-          Grasiaaaaaaaah’ – le chillé al oído.

Él me empujó. Yo dramaticé la escena fingiendo que me daba un fuerte golpe y me recosté en la mesa. Sin querer tiré la cerveza que me había pedido, haciendo que explotaran los miles de cristales y se esparcieran por el suelo. Montamos un gran numerito que al final nos tuvieron que sacar por fuerza de allí. Caminamos unos cuantos metros de ese bar y gritamos a la vez:

-          Illos’ putaaaaaaaaa.

Nos miramos como diciendo “Ala, lo hemos dicho a la vez” y nos reímos muy más de esa situación. Para nuestra sorpresa, el guardia que nos sacó del local venía corriendo detrás de nosotros. Fue una noche muy cómica y echaba de menos esos tiempos con mi Mahe. Vivíamos en casa diferentes pero seguíamos siendo los mejores amigos.

Todo cambió. (2a TEMPORADA de ¿Los sueños se cumplen?) [ElRubius y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora