C u a t r o

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ZOE

—Tenemos que irnos.

Acarició mi cabello lentamente mientras dejaba algún que otro beso en mi cabello. Hice un puchero.

— ¿Por qué? A mí me gusta aquí. —Dije refiriéndome a Dubái.

—Prometo que volveremos en vacaciones. —Besó mi frente. —Pero ahora iremos a Inglaterra, tenemos cosas que hacer allá.

— ¿Cómo cuáles?

—Tengo que ir a cerrar un negocio.

Me aparte de él y me levanté de la cama para entrar al baño.

— ¡¿A qué hora es?!—Grité para que me escuchara.

—Es dentro de dos horas. —Dijo detrás de mí, lo que hizo que me sobresaltara.

Sus manos recorrieron desde mis muslos hasta mi cintura apretándola. Su lengua recorrió desde mi oreja hasta mi hombro.

—Aun nos queda tiempo. —Susurró.

—Alex, estás muy insaciable. —Sentí su erección golpear entre los cachetes de mi trasero.

—Contigo siempre.

Me dí la vuelta, llevé mi vista hacia abajo para deleitarme con lo que había provocado.

Me arrodillé enfrente de él y llevé mi mano hasta su miembro, comenzando a menearla de arriba hacia abajo, mi boca fue directo a él para empezar a chupar.

Alcé mi vista para ver a Alex con la cabeza hacia abajo y los ojos apretados. Llevé mis manos hacia su cintura para impulsarme de atrás hacia adelante.

Una de sus manos llegó hasta a mi cabello agarrándolo en un puñado, pero sin hacerme daño.

Sus gemidos fueron haciéndose presente mientras aumentaba el ritmo, de vez en cuando gruñía y me feminidad palpitaba deseosa de atención. De su atención.

—Vamos Zoe, quiero correrme dentro de ti, preciosa. —Me levanté y el no perdió el tiempo para tomarme en brazos y penetrarme ferozmente. —Oh, sí. —Lo escuché decir.

Me aferré de sus brazos ocultando mi cara en el hueco de su cuello y hombro, y dejando uno que otro beso en ese lugar, su miembro entraba y salía a un ritmo frenético robándome gemidos y maldiciones.

Mis paredes vaginales comenzaron a cerrarse alrededor de su pene, indicándome que a llegado mi tan esperado orgasmo, llegando junto con él. Me derrumbo completamente encima de él, exhausta y un bostezo sale de mi boca.

— ¿Tienes sueño?—Pregunta adentrándose bajo la ducha dejando que el agua cayera encima de nosotros.

—Sí, es que tengo un esposo insatisfecho. —Me aferré más a su cuerpo.

—Bueno, duchémonos y luego nos vamos a dormir. —Me bajé de encima de él dándome la vuelta hacia el frente, sus manos se hicieron presente en mi cuerpo, pero esta vez encargando de dejarme limpia.

— ¿Y el vuelo?

—Puede esperar. —Dijo dejando un beso en mi cabello.

Luego de la ducha rápida que prometió Alex y la cual cumplió, no me dejó caminar, me tomó en brazos y me dejó en la cama antes de empezar a secarme el cuerpo con una toalla. Mi primera opción fue dormirme, pero cuando estaba en eso, él paró para ponerme una bata de satén.

— ¡No!—Me quejé mientras él intentaba ponerme el pedazo de tela. —Tengo calor, Alexsey.

Me acomodé en la cama dejando mi cabeza en la almohada y cerrando mis ojos, escuché como suspiró pesadamente, pero yo no quería ropa puesta.

Luego de unos minutos, sentí su mano posarse en mi cintura y otra en uno de mis pechos, ésta vez ya no le reclamaría ya que él dice que se siente cómodo así, aunque le digiera que no y que él se durmiera sin ella ahí, me llevaría una sorpresa al despertar al ver su mano en ese mismo lugar; en mi pecho.

—Sueña rico, nena. —Fue lo último que escuché antes de desconectarme del mundo.

Mr. VólkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora