Mr. Vólkov

D o c e

—Me cago en la hostia. —Murmura en un perfecto español mientras yo sonreía.

—Es por esto que no quería tener sexo, ni que me vieras, era una sorpresa.

—Valla sorpresa, Vólkov. —Me mira a los ojos y yo la atraigo hacia a mí.

— ¿No te gusta?—Le pregunté examinando su reacción.

—No lo sé. —Hace una mueca y sonríe. —Hay que ver cuánto placer me da eso.

—Esto... —Digo agarrando su mano y llevándola dentro de mi pantalón para que sienta mi creciente erección. —Te ah hecho gritar con o sin piercing. —Le susurro al oído viendo cómo reacciona ante mí.

—Alex... —Susurra.

La llevo hasta la cama y me deshago de toda su ropa, me salgo y la miro, su pancita...digo, nuestra pancita, sonrío ante el pensamiento.... Nuestra pancita se ve preciosa.

Me deshago de mi pantalón y me engancho en ella, no si antes besar nuestra pancita.

— ¿Lista?—Le pregunto.

—Sí.

— ¿Segura?

—Te dije que s...Ah... —Gime cuando entro en ella despacio pero profundo, cierro mis ojos disfrutando del contacto mientras suelto un gruñido de placer.

— ¿Quieres que me mueva?—Pregunto con la voz entrecortada.

—S-Sí. —Cierra los ojos y gimo cuando aprieta mi pene dentro de ella.

Comienzo a moverme despacio, jadeando en cada movimiento, gruñendo cuando me entierro dentro de ella. Gimo fuerte y alto cuando sus uñas se entierran en mi espalda, la miro para ver su boca entre abierta y sus ojos cerrados.

— ¡Alex!—Chilla de placer y comienzo a moverme más rápido.

Son varias embestidas que doy antes de sentir sus paredes vaginales apretar mi miembro fuertemente haciendo que también me corra junto a ella.

— ¡Dios!—Exclama cuando me acuesto a su lado. — ¿Por que no lo hiciste antes?—Pregunta acurrucándose en mi pecho.

Río apretándola contra mí.

Me hace feliz verla feliz, esa siempre será mi frase, claro, hasta que nazca mi princesa.

—No lo sé. —Paso mi manos repetidas veces por nuestra pancita, acariciándola, me estremezco a sentir una patadita de mi princesa.

Zoe sonríe, rápidamente bajo hasta su altura y comienzo a susurrarle cosas a lo cual ella responde moviéndose dentro de su madre.

—Alex, basta, duele mucho. —Me dice y decido que es mucho por hoy.

— ¿Te duele mucho?—Le pregunto atrayéndola a mí.

—Ya no. —Me sonríe y beso su hermosa sonrisa.

—Te amo, nena. Gracias por ese regalo tan maravilloso que me has dado al tener a mi princesa dentro de nuestra pancita.

— ¿Nuestra pancita?—Pregunta burlona.

— ¿Qué piensas? También hay esfuerzo mío ahí dentro. —Digo y ella ríe mientras niega despacio con la cabeza.