Llegué a casa y subí las escaleras un poco agitado. En mi mente ya no se encontraba la culpabilidad de haber cancelado la reunión de esta mañana y las del resto del día.Sí, las cancelé.
Abrí la puerta de la habitación y ahí estaba, echada en la cama mirando lujuriosamente sus ojos examinándome de arriba abajo y terminado de posarse en mi mirada.
La imagen de una Diosa.
MI Diosa.
Miré hacia donde se dirigen sus dedos y definitivamente, se estaba tocando.
—Ya sabía que venías. —Dijo antes de soltar un gemido.
Me quité el chaleco del traje, arremangué las mangas de mi camisa y me aflojé la corbata.
—Zoe, no está bien lo que hiciste. —La regañé mientras me acercaba a la cama. —Interrumpirme en horas de trabajo. —Me posé en el centro de sus piernas y ella dejó de mover sus dedos.
Soplé un poco de aire encima de su clítoris y su reacción fue inmediata, un gemido y su cuerpo se estremeció. Pasé mis dedos por su vagina, sintiendo su humedad.
Besé su muslo derecho y luego el izquierdo. Me levanté de entre sus piernas y me coloqué encima de ella, rápidamente tomó mi corbata acortando la distancia, cada uno mirándonos a los ojos, demostrando la excitación y el deseo que siente cada uno.
—Me has hecho perder la cabeza.
Llevé mi dedo pulgar a su boca y ella lo chupó con deleite, su lengua se movía sin parar alrededor de éste, solté un gruñido de satisfacción.
Tomé los suyos, con los que se había tocado, y los llevé a mi boca saboreándola un poco, haciéndome sentir a gusto. Un gemido de parte de ella se escuchó claro y fuerte.
—Quiero saborearte. —Besé su cuello antes de morder y succionar.
— ¿Quién...¡Ay!...¿Quién te lo impide?—Preguntó con voz cortada. —Claramente yo no.
Levanté su camiseta un poco para dejar sus pechos al aire, no perdí el tiempo y me introduje uno de sus pezones en mi boca, chupando con fervor y deleite.
Llevé una de mis manos a su entre pierna y empecé introduciendo dos de mis dedos, ella gimió mientras apretaba mi cabeza entre sus pechos.
Seguí bajando los besos, me detuve en su hermoso vientre y dejé unos cuantos besos en especial.
—Cierra los ojos bebé, esto será intenso. —Susurré al bebé sin que Zoe llegara a escuchar.
Llegué hasta donde quería, ese lugar que me tenía delirando, ese que no se había apartado de mi mente desde que me había enviado la foto, ese que siempre será el mejor lugar en el mundo donde quiera entrar.
Sí, lo sé, un pervertido romántico.
Conste, sólo con MI Esposa.
Dejé varios besos en su centro y recibí un gemido de su parte antes de comenzar con esa tortura que aunque no se crea, ambos disfrutamos. Siempre eh disfrutado ver lo que provoco con sólo mis caricias en su piel, ver como se entrega completo a mí.
Me separé de sus piernas y ella se quejó haciendo un puchero. Me alejé un poco para verla, su imagen me provocó mucho; ella se levantó de la cama y caminó en mi dirección hasta posarse en frente de mí, llevó su nariz a mi cuello, y recibí uno de sus besos.
—Quiero compensarte lo de esta mañana. —Dijo mientras seguía con lo que estaba haciendo.
Sus hábiles dedos llegaron a acariciar por encima del pantalón esa erección que ésta mañana se había muerto dentro de una ducha con ¨Agua fría¨, la misma que había empezado a crecer cuando Zoe me había mandado el mensaje, haciendo que mi mente comenzara a pensar en la forma que la tendría aquí en casa, cosa que solo hizo aumentar mi excitación.
—Nena... —Gemí no pudiendo controlarlo.
Sus manos abandonaron mi entre pierna y comenzaron a deshacer el nudo de la corbata para luego pasar a la camisa, quitando botón por botón, haciendo la tortura aun más lenta, la camisa desapareció de mi cuerpo así como lo había hecho mi pantalón, dejándome sólo en bóxer delante de mi esposa.
Un gruñido abandonó mi garganta cuando sus labios tocaron mi erección por encima del bóxer, la electricidad de la excitación recorrió todo mi cuerpo haciendo que llevara mis manos a su cabello, acariciándolo.
No lo soporté más y la levanté del suelo, la tiré en la cama sin hacerle daño, gateé encima de ella para penetrarla de una vez. Los gemidos y los gruñidos se hicieron instantáneos, envolviéndonos en una atmósfera, de deseo y excitación.
Llegué a tocar el cielo cuando sentí sus paredes vaginales apretando mi miembro y su cuerpo sacudiéndose debajo de mí llegando a su orgasmo. Embestí un par de veces más para dejarme ir dentro de ella, consiguiendo esa intensa liberación.
Me tiré al lado de ella en la cama, los dos tratando de tranquilizar nuestras bastante agitadas respiraciones. Acaricié su cintura y ella se acurruco contra mi cuerpo.
—Tus castigos son algo flojos, grandullón. —Dijo en tono de burla, uno de sus dedos acariciando mi pecho.
—Venía con toda la intención de hacerte pagar tus provocaciones, pero al verte como una Diosa echada en la cama, solo pasaba por mi mente la idea de hacerte mía. —Besé su hombro, el cual estaba sudado al igual que todo su cuerpo, pero eso no me importa.
—La necesidad se hizo grande.
—Tanto que llegaste hasta tocarte.
— ¿Y está mal eso?—Pregunto mirándome a los ojos.
—Sí. —Llevé una de mis manos a su sexo. —Sí cuando tienes a alguien que puede hacerlo por ti.
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Mr. Vólkov
Short StoryAlexey Vólkov y Zoy Bennet. Una historia un tanto...complicada. [PRIMER LIBRO Y SEGUNDO LIBRO INCLUIDO] Todos los derechos reservados. Código de registro: 1801035259352 Código de registro: 1801035259345 Esta totalmente prohibida la copia o adaptaci...