E p í l o g o

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2 Años después.

— ¿Cuando vas a decir papá?—Pregunté a mi pequeña Zhenya, quien me veía con sus hermosos saltones ojos azules.

—No creo que lo diga ahora, Alexsey. —El viejo Romanoff se puso a mi lado admirando a mi pequeña.

—Yo tampoco. —Murmuro sosteniéndola entre mis brazos mientras ella prieta mi nariz en su mano.

De la nada, mi pequeña empieza a llorar y sé lo que significa: Quiere el pecho de mami.

Como si fuera obra de magia, mi esposa aparece por la entrada buscándonos con la mirada hasta que nos localiza, me sonríe cálidamente e intenta tomar a nuestra hija de mis brazos.

—Te acompaño. —Le digo poniéndome de pies caminando detrás de ella.

Entramos a una de las habitaciones de la casa de los Romanoff mientras intento calmar a mi princesa, Zoe toma asiento y se las arregla para sacarse un pecho y le entrego a Zhenya quien se apega al pecho de mi esposa como si de eso dependiera su vida.

—Que suerte tiene. —Murmuro.

Me siento al lado de mi esposa y esta me sonríe antes de besar mis labios cortamente para volver a poner toda su atención en Zhenya. Sonrío cuando oigo Zoe quejarse cuando Zhenya chupa fuerte.

—Tranquila pequeña, a mamá le gusta despacio. —Digo y Zoe golpea mi hombro.

—Idiota. —Susurra.

—Tu idiota. —Hago que me mire.

—No, no lo eres. —Dice mientras mantiene una sonrisa en sus labios.

— ¿Cómo que no?—Me acerco peligrosamente a sus labios.

—Bésame. —Ordena.

Estampo sus labios con los míos y comenzamos a entrelazarlos, mi lengua se hace presente dentro de la boca de Zoe en busca de su lengua, gimo cuando la encuentro. El llanto de nuestra pequeña nos hace separarnos con la respiración agitada.

—Al parecer va hacer muy celosa.

— ¡No!—Se queja Zoe mientras introduce su pecho en su lugar. —No puedo con dos celosos Vólkov.

—Ya verás que harás nena. —Digo poniéndome de pies y tomando el bulto donde están las cosas de mi pequeña y saliendo de la habitación con Zoe detrás.

— ¿Quieres bailar?—Le pregunto viendo como Emily toma a nuestra pequeña en brazos, ella asiente.

Nos adentramos en la pista y la tomo en brazos mientras nos meneamos al compás de la música.

— ¿Sabes algo?—Le susurro cuando deja su cabeza en mi hombro.

— ¿Qué?—Pregunta con voz baja.

—Te amo, Mrs.Vólkov —Me detengo y beso su frente, su nariz, luego sus mejillas y por último sus labios. Me sonríe divertida.

—Te amo, Mr.Vólkov.

Mr. VólkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora