"Jay lo tiene todo. Él tiene talento, millones de dólares, amigos y familia que lo apoyan. Tiene una carrera musical de éxito. Jay lo tiene todo, y al mismo tiempo, no tiene absolutamente nada.
Charlotte no tiene nada. Tiene belleza, tiene un buen c...
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"Lluvia y nieve en las alas, sálvame." [Sálvame - Sonohra]
-Con cuidado... Con cuidado...
Se movió entre el océano de personas cuidando que no chocasen su maleta. O su cuerpo, al menos.
Antes de la medianoche, el metro de Seúl era una carrera contra el tiempo. Justo a las 12:00pm dejan de trabajar, y nadie quiere quedarse atrapado en las calles de una ciudad tan grande, ¿o sí?
Pues, esa fue su mala suerte.
La estación de metro donde tuvo que bajarse resultó ser la equivocada a la de la dirección de su hotel. La dejó en un lugar que, al salir de la seguridad ficticia que las cuatro paredes del metro le brindaban, parecía las vegas. Luces de neón, prostíbulos, discotecas abarrotadas de gente, personas extremadamente arregladas, tacones, zapatos de vestir, cigarrillos, cervezas, personas ebrias riendo o gritando.
Ella decidió quedarse en el portón ya cerrado de la estación, abrazando su maleta mientras se sentaba en el piso.
Su vestido color verde no le daba tanto abrigo como esperaba, y es que ¡demonios! Es verano, ¿se supone que en Corea hace frío en verano?
Luego de un muy buen rato decidió ponerse de pie, usando el orgullo que le quedaba, y caminó hasta uno de los night clubs rodando su maleta detrás de su cuerpo. De hecho, hasta el night club que no parecía una pocilga.
La gente la observaba, ¿quién diablos viene a un night club con una maleta? Algunos inclusive pensaron que ella era la nueva stripper que anunciaba el show, y que en la valija no llevaba más que su maquillaje y vestuario.
-Hola. - saludó en coreano con una sonrisa al guardaespaldas en la entrada.
-Hay fila, chica. Ve al final. - soltó ignorándola.
-Yo sólo quiero...
Los gritos de la gente distrajeron a ambos de su objetivo, ella de pedir una dirección y él de tomarla del brazo y echarla como un perro sarnoso. Pero para su mala suerte (¿o su dicha?), vieron como de una van negra se bajaba un chico con una vestimenta tan precaria que contrastaba en el ambiente aún más que ella.
- ¡Es Jay Park! - gritó una chica cerca de ella. Vio al chico alto y tatuado pararse frente al guardaespaldas.
-Hey, Chen. ¿Qué tal todo, bro? - el chico tatuado saludó al forzudo como si fuesen amigos de toda la vida.
-Tienes la misma mesa de siempre apartada.
De repente, y sintiendo curiosidad, ese tal "Jay Park" miró a la chica con la maleta.
- ¿Quiere entrar? - preguntó.
-Sí, pero no puede adelantarse a la fila.
-Déjala, que entre conmigo. - le sonrió a la chica.
