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"Cuando los dos estamos juntos, finalmente somos uno. Es una bendición porque somos polos opuestos. Esta es la regla, esto nos define: las viejas fantasías, la fé, incluso los sueños se arrollidarán ante esto. Sí, la sexualidad."

[Sexuality – TAEMIN]


Con unas cuantas llamadas, consiguió que Olliver se quedara con sus amigos. No sin antes amenazarlos sobre que si le daban alcohol o drogas, iba a torturarlos uno a uno sin piedad. Por primera vez en su corta vida, Olliver faltó a la escuela ese viernes.

Así que se dedicó todo el día a pasarlo con Charlotte.

– ¿Qué quieres hacer? – preguntó haciendo una mueca tierna hacia ella.

–Quisiera ir a acomodar mi apartamento.

Los dos se miraron, ella estiró sus piernas encima de las suyas, Jay sonrió.

–Podemos ir luego... sé que en realidad no quieres ir.

– ¿Cómo lo sabes? – soltó una risita.

–Te conozco bien.

Charlotte miraba sus pálidos pies, los estiraba para tocar el apoyabrazos del sofá, y luego de aburrirse decidió doblar sus piernas para acariciar con la punta de sus dedos la pierna de Jay; este le siguió con la mirada todo el tiempo.

– ¿Por qué me miras así? – murmuró ella, con aspecto inocente.

– ¿Por qué acaricias mi pierna así? – soltó él, levantando una ceja.

–Estoy aburrida, eso es todo.

– ¿Así que tus berrinches se basan en provocarme?

Charlotte bufó divertida.

–No me digas que tienes un fetiche con los pies.

–No. Pero por ti desarrollaría uno.




Salió del baño enrollada en una toalla y de inmediato entró al vestidor, Jay estaba jugando un videojuego para distraerse. Porque tenía unas ganas increíbles de hacerle el amor a esa pelirroja pero ella le pidió tiempo. Y es que, mierda, la noche anterior ese jodido loco le destrozó su casa, cualquiera no tendría ánimos de tener sexo luego de pasar algo así.

– ¿Me prestas ropa? – la escuchó.

–Sí, ponte lo que sea.

Desvió la vista de la pantalla para ver a Charlotte salir descalza, soltándose el cabello con una de sus franelillas puestas. Estuvo a punto de chistearle porque su sujetador rosa se veía mucho, por más que ella acomodara la franelilla para que no resbalara por sus pechos.

–No me hagas esto, Dios...– miró al techo, a punto de llorar.

Luego de frotarse la cara la miró. Ella se echó a reír.

–Lo siento pero ninguna de tus prendas me queda.

Se sentó en la cama, él estaba en el puf con el control de la consola en su pierna.

– ¿A ella le prestabas tu ropa? – preguntó en un susurro.

Jay suspiró.

–No.

Charlotte miraba su cabeza, taladrándolo mentalmente.

– ¿De verdad?

–Es cierto.

La miró a los ojos. Ella quiso tocar con la punta de su dedo la nariz de Jay, pero él habló para detenerla.

–No.

– ¿Por qué?

–Si lo haces me van a explotar los testículos.

Soltó una gran carcajada, Jay sonrió.

–Hablo muy enserio, Charlotte, no te rías.

–Pero... sólo quería jugar contigo.

Jay levantó sus cejas, con una mirada bastante pervertida.

–No me hables de juegos, créeme que si alguien sabe jugar aquí, soy yo. Y tus pechos crecieron, por dios, mis nuevos sueños húmedos tienen que ver con tus senos.

Charlotte sonrió sin mostrar sus dientes, era más una sonrisa cínica.

–No lo creo, puedes hacerte el examen de cáncer de mamas con esos pectorales.

Jay abrió la boca de par en par y soltó una risa tan escandalosa que ambos se revolcaron en carcajadas.

–Oye, mis tetas son naturales, no fue necesario tener hijos para que estas estuviesen así. – le guiñó un ojo, pasó su dedo por su lengua y fingió ser sexy mientras se frotaba el pezón por encima de la camisa.

–Pfff. – Charlotte no evitó reír de nuevo.

Rápidamente apagó la consola y la TV, y se volteó a verla.

–Entonces...– alargó las sílabas de la palabra con una risita. –Dices que sabes jugar...

–Oh, Jay, que maldito sádico eres. ¿Qué clase de juego crees que te propongo? – ella se acomodó en la cama, boca abajo, sus senos apretados por el sostén y el peso de su cuerpo se ganaron la mirada de Jaebeom. –Yo no estaba pensando en nada sucio. Ya sabes, póquer, – fingió una cara inocente. –y no ese tipo de póquer con apuestas de ropa... Nada sexual, no, fuera morbo. Sólo pensé en ajedrez.

– ¿Ajedrez?

–Un juego bastante intelectual. – le retó ella.

– ¿Cada vez que me coma una pieza, puedes quitarte una pieza de ropa? Siento que voy a perder... no me gusta el ajedrez. – hizo un puchero.

– ¿Y qué te gusta?

–Bailar.

Sin darse cuenta, estaban no sólo reanimando su vida sexual, sino su relación. Esas miradas, y ese ambiente tranquilo y silencioso en el que se encontraba el apartamento de Jay les daban el ambiente de privacidad y confianza que tanto extrañaban.

– ¿Bailarías para mí?

Jay movió levemente la cabeza de la impresión.

–No sé. ¿Te gustaría?

–Sí.

Lo pensó, arduamente lo pensó.

–Si bailo para ti, no sé si me pueda controlar luego.

La sonrisa de la pelirroja fue tal que Jay pensaba que se iba a partir las mejillas.

–Entonces, no te controles.

Justo iban a besarse cuando sonó el timbre.

Era Hyukwoo que acababa de llegar con Olliver, los dos entraron emocionados gritando. Uno que su "tío Woo" era genial, y el otro diciendo que quisiera tener a un bebé así. Jay estuvo a punto de chistear, pero vio a Charlotte con un suéter y pantalón de él mientras abrazaba a Hyukwoo con euforia, este reencuentro era mejor que el debate presidencial estadounidense.

Bueno, podrían matar pasiones después.

爱 (ai) | jay parkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora