"Me gustas mucho, no puedo evitar encenderme. Hay muchas chicas, todas fueron buenos recuerdos. Modelos, idols, actrices oh mi dios. Gracias Dios que no fui atrapado por Dispatch, oh no... Aunque no eres mi primera, sé mi última."
[My Last (Feat. 로꼬 LOCO & GRAY) - Jay Park]- ¿Segura que es aquí? - balbuceó apretando el volante.
Estaba amaneciendo cuando él decidió llevarla a su hotel, y el lugar era... Bueno, ¿cómo decirlo?...
-Es horrendo. - dijo Charlotte encogiéndose en el asiento de cuero del auto. -Pero es lo que pude pagar.
Jay la miró fijamente, poco a poco ella sintió su mirada sobre ella, devolviéndole el gesto.
-Hasta a mí me da miedo que te quedes en este lugar. - admitió.
Rascó su barbilla pensando qué harían.
-Bueno, ahí hay un grupo de personas en la recepción del hotel, deben ser los encargados de la empresa.
Dicho esto, la pelirroja bajó del auto.
Jay se dio cuenta, mientras ella abría el maletero del auto caro de él para buscar su valija, que esos hombres no parecían tan confiables. Mucho menos viendo una foto de ella mientras balbuceaban cosas.
-Gracias por todo... Eh...
La miró a los ojos mientras hacía un mohín intentando recordar su nombre. Pero su sexto sentido, y su instinto, le rogaban a gritos que no dejase a la chica sola.
- ¡Jay! Jay, por la cerveza y la noche loca.
Apretó los labios al ver a Charlotte alejándose.
- ¡Charlotte! - gritó. Tocó la bocina del auto repetidas veces, ella se giró y frunció el ceño. - ¡Charlotte olvidaste algo! - mintió.
Ella se acercó a la ventana del auto.
- ¿Qué olvidé?
Miró de reojo a los tipos, vio como uno sutilmente sacaba una pistola de su maletín.
-Escúchame. - sonrió. -Finge demencia y móntate en el maldito auto ya.
- ¿Qué? ¡No!
- ¡No voltees pero tienen una pistola! - sonrió aún más nervioso.
Ella se paralizó. Los vio salir de la recepción para cruzar la calle.
- ¡Charlotte ya! - gruñó.
Se estiró para abrir la puerta de una patada, ella lanzó su maleta y se montó al auto.
Un disparo rompió el vidrio trasero del auto, ambos se agacharon con un grito, Jay pisó bruscamente el pedal para acelerar y salir de ahí.
Una vez en la avenida principal, camino a alguna parte que ahora no interesaba, él rompió el silencio.
- ¿Pero a qué demonios postulaste? - gritó exasperado por la adrenalina del momento.
-Ellos dijeron que era una empresa y...
- ¿Sabes lo que es la trata de blancas o eso no existe en Canadá? - soltó enojado, ganándose que la pelirroja se encogiese de hombros y se resbalara sobre el asiento. La miró de reojo rápidamente, antes de mirar por el espejo retrovisor para cruzar el carril. -Lo siento por gritarte.
¿Qué demonios te pasa?, pensó Jay mientras debatía interiormente. No se supone que trates mal a alguien y te disculpes.
-Charlotte, perdón. Di algo.
-Yo... yo pensé qué...
Al escuchar sus sollozos, algo en el interior del tatuado hizo click.
- ¿Ahora qué hago? - dijo ella desesperada. -Vendí todo para venir aquí. No es como si con volver a Canadá tenga...
-Está bien. Voy a ayudarte. - suspiró rindiéndose. -Por ahora vas a quedarte conmigo en mi apartamento.
Charlotte guardó silencio, incómoda por la propuesta. Y es que, su sexto sentido precisamente le indicaban las dobles intenciones de Jay.-Esta es la habitación de visita. - encendió la luz. Ella entró, titubeante, observando lo sencilla que era la habitación a comparación del resto de la casa. -El baño sólo tiene una ducha y el resto de todas esas cosas, como un lavamanos y un excusado, pero si quieres usar el mío no hay problema, puedes usar mi bañera si lo deseas.
Charlotte miró la cama, y luego miró al chico.
-Mañana tengo el día libre, pero puedo ir a la empresa para conversar sobre algún puesto para ti.
-No es necesario que molestes a tu jefe, yo buscaré algún otro trabajo.
Jay rio.
-Charlotte, yo soy mi propio jefe. Es mi empresa.
Ella abrió los ojos como platos y se paralizó.
- ¿Es... tuya?
-Sí. - tranquilamente, colocó la valija de la chica dentro del closet. -Voy a traerte champú y jabón líquido para que puedas darte una ducha.
Salió dejando la puerta abierta. Fue hasta entonces que se sentó en las suaves sábanas, y se dio cuenta de que, ¡diablos! Estaba exhausta.
Cuando Jay volvió, la encontró (literalmente) dormida mientras mantenía su posición sentada. Reprimió una risa, así que sólo sonrió acercándose.
-No te caigas, calabaza. - susurró cerca de ella.
Charlotte abrió los ojos de un solo golpe, asustada y avergonzada.
-Perdón... No he dormido nada en todas estas horas.
Se frotó un ojo de manera tierna, con el cabello revuelto.
-Te diré Calabaza. - concluyó el idol.
- ¿Calabaza?
-Tu cabello es rojo calabaza. - sonrió. -Bien, ve a ducharte antes de dormir.
Luego de una ducha con agua tibia, Charlotte salió de la habitación descalza. Vio la luz encendida en la otra puerta del pasillo, al fondo, así que con timidez tocó la madera con sus nudillos.
- ¿Jay? - preguntó.
Le abrió la puerta... sin camisa.
¡Oh dios! ¡Mira a otro lado, mira a otro lado!
Porque leer los ingredientes del champú siempre será interesante, bravo, Charlotte.
- ¿Qué pasa? - preguntó sonriendo el tatuado, porque ella estaba nerviosa y, de alguna manera, eso le gustaba. Pero rápidamente dejó de sonreír para portar "seriedad".
-Yo... Gracias. - estiró sus manos entregándole los utensilios de higiene. Se mordía el labio, sutilmente levantó los ojos hasta ver los abdominales de su Romeo rebelde.
Jay le regaló una sonrisa torcida y tomó los frascos, rozando sus manos, sin saber que su toque dejaba una sensación ficticia de calor en la zona para Charlotte.
-De nada. - musitó con voz suave. - ¿Vas a dormir ya?
Ella asintió con la cabeza, manteniendo su mirada baja porque sus mejillas estaban sonrojadas.
-Yo mañana tengo que ir a la empresa, como ya te dije. Hablaré con el resto de la directiva tu caso y luego resolveré algunas cosas. Volveré al mediodía, porque de todas maneras es mi "día libre". - hizo comillas en el aire.
Charlotte se dio media vuelta para volver a la habitación, pero antes de entrar se giró a verlo.
-Jay, gracias. Prometo irme mañana y buscar un hotel dónde estar.
Él no dijo nada, ella tragó saliva y entró a la habitación.
Lo que no sabían, es que sus almohadas eran cómplices de sus pensamientos sobre el otro.
Charlotte pensaba que estaba molestando al invadir el espacio personal de Jay. Luego pensaba que en realidad fue Jay el que la había invitado a invadir su espacio personal. Entonces dijo que Jay, a pesar de su imagen ruda, era un buen chico. Pero espera... ¿cómo piensas que es un buen chico si tienes sólo 10 horas conociéndolo? ¡No! Tuvo que desechar su imagen mental de Jay-el-chico-bueno, porque necesitaba más de 10 horas para concluir eso sobre una persona. ¿Los idols son buenas personas? ¿O no?
Jay meditaba la idea de que esa pelirroja complementaba los dos opuestos que tanto le costaba encontrar: era tímida, en exceso, bastante distraída, y a veces inocente. Pero también era sexy, era sexy en la manera más curiosa que él pudo ver en su vida, porque Charlotte no sabía que con una mirada, o un roce, bastaba para ser más que encantadora. Bastaba para ser ardiente a los ojos de Jay, y de cualquier hombre.
Así fue como, perturbadoramente exhausta en cada sentido, Charlotte se quedó dormida y Jay no pudo dormir en el resto de la madrugada.
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爱 (ai) | jay park
Fanfiction"Jay lo tiene todo. Él tiene talento, millones de dólares, amigos y familia que lo apoyan. Tiene una carrera musical de éxito. Jay lo tiene todo, y al mismo tiempo, no tiene absolutamente nada. Charlotte no tiene nada. Tiene belleza, tiene un buen c...