Treinta y uno. Los votos.

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- ¡No puedes poner eso! -Le grite a Lía al ver como acercaba un camisón a la maleta de viaje- Es demasiado.

-No es demasiado -Rodo los ojos- Vas a ver que le va a encantar.

- ¡Lía! -Ella me miro- No se...no sé si estoy lista para eso.

-Oh querida -Rio con gracia- Lo estarás.

Le di una media sonrisa y me giré.

Un mes después estaba aquí, en mi habitación con mi mejor amiga. Me levante la blusa mientras me veía al espejo. Toque la cicatriz que había causado una enorme lanza. Ahora todo estaba tan bien, de una manera que me hacía tan feliz.

-Creo que es hora de alistarte -Mi madre entro por la puerta con una sonrisa- ¡Qué lindo camisón! -Exclamo al ver a Lía con toda mi lencería.

Negué con la cabeza, ella nunca cambiaria. Aún estaba en pijama y los nervios me consumían poco a poco, aún faltaban algunas horas, pero estaba lo suficientemente cuerda para llegar al altar. La boda seria en el jardín de la casa. Me había asomado por ventana, a decir verdad, me sorprendí muchísimo por la decoración, todo era principalmente blanco.

Un blanco muy hermoso y puro.

Mi madre me tomo de los hombros luego hizo que me sentara en una silla frente al tocador. Me examino todo el rostro.

-Comenzaremos primero con el maquillaje -Yo asentí- Lía te hará el peinado.

-No me dejen fea -Suplique.

-No creo que podamos dejarte más -Dijo mi mejor amiga y después rio.

El reloj se encontraba a mi lado, lo único que veo son las horas pasar. Medio día, luego son las tres, cuatro y comienzo a preocuparme porque la boda es a las seis.

Me pregunto cómo esta Antony y una sonrisa aparece en mi rostro al pensar en él. Dios mío, tengo tantas ganas de llorar, porque por fin, lo que he deseado está aquí y ahora, me hace realmente feliz. Él es todo lo que quiero tener en la vida, nada más.

Luego Lía me miro con lágrimas en los ojos, la que está llorando es otra. Solté una risita.

- ¿Me dejaste fea? -Ella asintió.

-Mucho -Se limpió los ojos- Mi maquillaje.

-Ven aquí -Le extendí los brazos.

- ¡No! -Me grito- No vas a arruinar tu fealdad.

Mi madre entro nuevamente a la habitación con el vestido en entre los brazos. Sus ojos brillaban de alegría.

- ¡Hora del vestido! -Salto de emoción y Lía la acompaño.

Nos metimos al armario, con mucho cuidado me deslice por el vestido. Bastante hermoso, a decir verdad, con una larga cola, como siempre lo imagine. Las dos mujeres de mi vida se aseguraron de que todo quedara en su lugar.

No puedo creer que estoy a punto de casarme. Después de todo lo que ha pasado.

Me mire al espejo, demonios...yo soy la de blanco...

Antes iba a las bodas, ahora yo soy la de la boda...

Mierda.

Yo soy la novia...

No llores, me repetía una y otra vez. Mi madre y Lía me miraban con una enorme sonrisa en el rostro, ellas ya traían puesto su vestido, ambas se veían muy hermosas. Solté aire por la boca.

- ¡Oigan! -Escuchamos como gritaban desde la habitación, la cabeza de Nathaniel se asomó por la puerta del armario- Wow...vaya -Murmuro al verme- ¿Esa es Sky?

Alpha. (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora