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Pronto dejaron el vals

para abrazarse de nuevo.

No se quemaban, porque ambos eran fuego.

No se helaban, porque ambos eran hielo.

Y así como el astro y el satélite se amaban,

así lo hacían la niña y el niño del arcoíris.

Lluvia - El eco de las voces mudasWhere stories live. Discover now