Su pequeño astronauta
seguía en esa estúpida sala,
debatiéndose entre vivir o morir.
Y ella, muerta o con vida,
no podía dejar de pensar
en que perderlo no era una solución.
Su pequeño astronauta
seguía en esa estúpida sala,
debatiéndose entre vivir o morir.
Y ella, muerta o con vida,
no podía dejar de pensar
en que perderlo no era una solución.