Ya no lloraba, porque no había motivos para hacerlo.
Solo quería amar a la persona que tenía enfrente de sí.
Su corazón le decía que sí, y su cabeza también.
Agarró de la mano al chico del arcoíris
y sin vacilar mucho
pronunció su nombre.
Ya no lloraba, porque no había motivos para hacerlo.
Solo quería amar a la persona que tenía enfrente de sí.
Su corazón le decía que sí, y su cabeza también.
Agarró de la mano al chico del arcoíris
y sin vacilar mucho
pronunció su nombre.