Capítulo 6

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Al verme se tomó su tiempo para estudiar mi imagen. Él iba vestido con una camisa negra de mangas largas, muy elegante. Su pantalón era igual de oscuro y los zapatos relucían de puro limpio. Envuelto entre esas ropas, su piel se veía más blanca de lo habitual. Mi hermano era un hombre alto y apuesto, de buena contextura. No era extraño que más de una se fijara en él. Ztefy me dedicó una sonrisa peculiar, entrañable, lo cual me sorprendió. Volvió su rostro hacia Diego y se recreó con él sin vergüenza alguna. Creí que le hablaría con alusión a su vestimenta, pero sin hacer ningún comentario fuera de lugar, le pidió a la esclava acompañarla fuera de allí.

–Hola...– le dije una vez a solas.

–Estás tan bonita– suspiró, cerrando la puerta tras de sí y apoyando su espalda en ella –¿Qué tal tu rodilla?

–La verdad es que no siento dolor.

–Tus heridas ya no están.

–Es cierto– me miré los brazos –No lo había notado.

–La sangre de vampiro nunca falla.

–No, supongo que no.

–Estaba pensando... Nunca pude celarte de ir a un baile o espantar a tus pretendientes.

–No llevamos una vida normal.

–Definitivamente no.

–¿Te arrepientes?

Tardó en responder.

–La mayor parte del tiempo, no– metiéndose la mano en el bolsillo, sacó una pequeña bolsa transparente y plástica con forma alargada, contenía un líquido espeso, similar a una gelatina flácida y de color cetrino.

–¿Qué es?– pregunté cuando me lo tendió –Si es algo para envenenar a Daniel, no cuentes conmigo.

Él se echó a reír.

–Claro que no, no he llegado a esos extremos... Aún. Es una poción, la hizo Athir, es para tus náuseas por los olores a sangre. Bébela, no queremos que vomites durante la ceremonia.

–Athir y sus pociones mágicas– le hice un agujero a la bolsa e hice lo que me era pedido. Tenía un sabor dulce, no estaba mal.

–Disculpa la pregunta tan personal y poco agradable pero, ¿Tenías unos 12 años cuando tu sangre bajó, correcto?

–¿Menstruación?– fruncí el ceño.

–Sí.

–Pues... Sí....

–Eso creía recordar.

–¿Por qué el interés?

–Daniel me lo ha preguntado y eso le he dicho, quería confirmar contigo.

–Emmm.. De acuerdo... Un tema de conversación nada extraño entre ustedes– señalé con expreso sarcasmo.

–Dijo necesitarlo para la ofrenda de cata.

–¿El pago que le pediste por mí?

–No, eso es por matrimonio. La ofrenda de cata es aparte, y las condiciones no las pongo yo sino el Zethee. Algo que él quiera ofrecer a cambio de ti, es más simbólico que nada. Vamos ya– se irguió y se acomodó las mangas de su camisa.

–Vamos– acepté, tragando saliva para intentar engullir con ella el nerviosismo.

Caminando hacia mí, Diego me tomó de la mano para llevarme hasta la segunda puerta, que era enorme. Pero una vez acomodados frente a ella y antes de abrirla, soltó mi derecha para poner la suya sobre mi hombro.

Diosa Roja  | Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora