–¡Pero que maravillosa sensación!– exclamé frenética, ya a solas con Daniel, en su alcoba que ahora era nuestra.
Él me observaba risueño mientras que yo caminaba de un lado a otro como niña inquieta. Yo ya me había sacado los zapatos y el tocado, pero no quería salir aún del vestido, quería conservarlo un poco más.
–¿Cómo te sientes?– me preguntó, desanudando la corbata que se escondía tras el saco de su uniforme.
–¡No lo sé!– me llevé las manos a la cabeza –Antes estaba nerviosa, después emocionada... Y al final...– exhalé fuertemente, tirándome de espaldas en la cama para intentar sacudirme aquella excitación.
Él se subió a la cama también y gateó hacia mí. Cuando atrapó mi cuerpo entre sus piernas, se incorporó a medias para observarme.
–¿Te pesa el vestido?– toqueteó la pieza que era corsét.
–¿Sabes que hubiera sido divertido?, se supone que los vampiros y la plata no se llevan bien, ¿Te imaginas que me hubiese quemado?, ¿Que al ponérmelo saliera humo de mi piel chamuscada?
Me eché a reír, pero al mover bruscamente mi mano me quejé. La herida empezaba a cerrarse pero aún estaba fresca.
–Estás loca– Daniel enarcó una ceja con una media sonrisa.
–A mi me parece...– enredé mis dedos de la izquierda con la tela de su corbata –Que te gusto así...– la halé hacía mí.
–¿Qué te hace creerlo?– acercó su rostro al mío para olerme.
Me mordí el labio.
–¿A dónde iremos esta noche?
Su índice contorneó mi perfil.
–A las estrellas...
Con su lengua acarició el borde de mi cara y yo me estremecí.
–¿No....?– tragué saliva, perdiendo a cada segundo la voluntad sobre mí –¿No haremos el viaje?... ¿Lo de la celebración y todo eso?
–Viajaremos, sí, fuera del planeta. Celebraremos íntimamente tú y yo.
–Pero invitaste a los chicos...
–¿A nuestra noche de bodas?, ¡Estás demente!
–Les mandaste a preparar equipaje... ¡Daniel!– le miré con seriedad, deteniéndole.
–Le dije a Diego que mandaría por ellos cuando estuviéramos listos– puntualizó –Hoy estoy demasiado cansado como para salir, mucho menos quiero cazar... Al menos no humanos...– su vista se paseó por mi pecho –Sólo quiero disfrutar de mi esposa, echarme a dormir con ella, cocinarle mañana y largarnos de aquí. En ese mismo orden– ladeó la cabeza –Iremos con los chicos a celebrar por la noche, luego tú y yo nos iremos de luna de miel. Miguel Angelo regresará a Montemagno a encargarse de sus tareas y Diego...
–¿Qué con él?– fruncí el ceño.
–Está preparando algo.
–¡Dime!
–No.
–¡¡Daniel!!
–Es asunto suyo.
–¡Dímelo!– me crucé de brazos, él puso los ojos en blanco.
–Ya sabes que quiere renovar sus votos con Elizabeth, pues se lo pedirá mañana, planea llevarla a Islandia para casarse nuevamente allá.
¡Grité de emoción al escuchar aquello!
–¡¿De verdad?!...– me frené –Pero nosotros estaremos en Venezuela, ¿Irán sin nosotros?
–Obvio.
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Diosa Roja | Libro 4
VampirContinuación de "Festival de Cadáveres" Muchos son los rumores que corren entre los vampiros. El gobierno Zansvriko niega la tragedia del festival, por lo que ésta se ha vuelto un mito. La hipótesis de que el Zethee prepara una nueva arma provoca la...