Miguel Angelo se había esfumado al instante de recibir la invitación, parecía realmente entusiasmado.
–¿Qué te traes entre manos? – le pregunté a Daniel, empezando a sentir ansiedad.
–Quiero que hagamos algo especial– acercándose, se sentó junto a mí –Será nuestra fiesta de bodas. Haremos éste viaje, celebraremos, y tú y yo nos iremos de luna de miel– deslizó su índice por mis pómulos –El azul de tus ojos resalta mucho más ahora.
–¿Aún estoy inflamada?– me toqué –Ya no siento dolor.
–Te tatuaron ésta mañana, ya pasó tiempo prudente.
–¿Qué hora es?
–Ya se harán las cinco.
Suspiré con tristeza.
–Lo arruiné todo– me lamenté –¿Qué haremos ahora?
–¿Aún quieres casarte hoy?
–¿Es posible?
–No veo por que no– se encogió de hombros –A mi no me gustaría esperar más, no quiero que las cosas en Montemagno lleguen a un punto que me sea más difícil de controlar. Debemos envestirte y debemos hacerlo cuánto antes, nos tenemos el uno al otro, no necesitamos nada más.
Levantándose de la cama, se arrodilló frente a mí.
–Nos iremos ésta noche y dejaremos que el infierno arda aquí. Para cuando regresemos, ya no habrá más que cenizas de lo que ahora son amenazas y conspiraciones– Puso sus manos en torno a mi rostro –¿Lo quieres así?
–Sí– convine.
–Entonces hagámoslo– se incorporó.
–¿Qué hay de mi preparación?, Ztefy khary debe estar hecha una furia.
–En ningún momento mandé detener sus tareas, salvo por supuesto el atenderte a ti. La sala de esclavos está momentáneamente inhabilitada tras el accidente, pero ella ha llevado lo necesario a otra habitación. Si me permites escoltarte– me tendió la mano.
–¿Qué hay del resto de los consejeros?, ¿No se preguntan por la muerte del cóndor?
–Aún no saben que murió, no te preocupes por eso, que yo me encargaré. Tú sólo disfruta de lo bueno, nosotros haremos el resto. ¿En dónde está tu tigre?
–Elizabeth le cuida... Espero que así sea.
–Bien– asintió –Mandaré por él, necesito que se familiarice con el mío. Damara– detuvo nuestro andar –¿Ya decidiste a donde quieres ir?
–¿De qué hablas?– fruncí el entrecejo.
–Nuestra luna de miel.
Di un respingo.
–Pues... No es algo que haya pensado muy a fondo, más bien es como una idea que me ha estado rondando... Pero no sé si te guste.
–¿Por qué no habría de? – se mostró confundido.
Dudé en aclarar mi exposición.
–No lo sé... Es que...
–¿Qué pasa?– se preocupó.
–Cuando llegué a Montemagno, leí algo que me llamó la atención. Vi fotos, ¿Sabes?, y lo que vi me pareció muy hermoso. Es... Digamos que no lo conocía, yo sólo investigué porque... Porque pues...– me puse nerviosa –La habitación que me dieron en el área de descanso tenía ese nombre.
–¿Venezuela?
Asentí.
–¿Y por qué no habría de gustarme Venezuela?, En realidad es una excelente idea, tiene playas, montañas, selva, sabana, páramos, podríamos recorrerla toda.
ESTÁS LEYENDO
Diosa Roja | Libro 4
VampireContinuación de "Festival de Cadáveres" Muchos son los rumores que corren entre los vampiros. El gobierno Zansvriko niega la tragedia del festival, por lo que ésta se ha vuelto un mito. La hipótesis de que el Zethee prepara una nueva arma provoca la...