Capítulo 16

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El día avanzó con lentitud pero sirvió para ponerlos al día. Ya en compañía de Daniel, supe que su contacto con el loquero había sido exitoso y que estaría con nosotros muy pronto. Le conté la noticia sorpresa de Athir, estuvo de acuerdo en concederle la libertad a Charlie, a quién yo aún no conocía pero esperaba hacerlo esa misma noche. Creí que estaría reacio por lo sucedido con el mensajero, sin embargo ya parecía no importarle. Para cuando me invitó a ver las exposiciones de los arquitectos, estaba tan atento como siempre, como lo era desde la noche de cata, un hombre muy distinto al que conocí.

Veinte modelos de casas miniaturas nos esperaban en un salón ovalado. Cuando hablo de miniatura me refiero a lo lógico: No podían tener las dimensiones que tendría una casa real, pero aquellas maquetas, de pequeñas no tenían nada. Dispuestas una junto a otra formando círculo, veinte mesas protegidas cada una por un cubo de cristal, mostraban a escala lo que para los artistas elegidos fue su mejor propuesta. Ninguno de sus diseñadores estaba allí, sólo éramos Daniel y yo.

Todas eran hermosas y distaban muchísimo una de otra, sólo algo tenían en común y eran las espaciosas proporciones de los jardines en comparación con la estructura de la casa. Aunque cada maqueta ofrecía las mismas áreas: Fuentes, piscinas, plazas, salones independientes, lagunas, bodegas subterráneas y demás, todas sus estructuras y formas eran diferentes. Intenté verme a mí misma paseándome por ahí, pensando en lo difícil que sería tomar una decisión, cuando me hallé de pie frente a una mesa que a mi juicio sobresalía de entre todas las demás.

La casa principal era una obra maestra, fruto de la brillante fantasía zansvrika. Su fachada mezclaba en sincronía perfecta la elegancia del gusto humano con la exquisita excentricidad del gusto vampírico. Tenía cuatro niveles perfectamente cuadrados, simétricos en su totalidad, pero sus columnas, ventanas, escaleras externas, y terrazas parecían arrancadas de algún museo vampírico antiguo, tan hermoso que me provocó escalofríos. Al acercarme más, pude leer la leyenda de la maqueta: "Arquitectura ecléctica, estilos neogótico y neorrománico – Arquitectura moderna". Quise comentarle a Daniel sobre la impresión que me daba, pero no tenía palabras, así que en su lugar continué admirando. Fuera de la casa, una vasta extensión de florestas era atravesada por caminerías que le daban la vuelta entera a todo el terreno que sería nuestro. Cerca de la casa grande había una plaza de piedra negra y pulida, o su miniatura representativa, me enamoró. Dos piscinas hermosas parecían estar paralelas una a la otra a medio camino entre la gran casa y los límites del lugar, separadas por jardines y unidas por un callejón en el cual parecían haber varias habitaciones. Las ventanas de cada una eran tan grandes como sus puertas. Había tantos lagos que no se podían contar, varios de los cuales se debían cruzar por puentes arqueados para llegar a otros sitios de la construcción. También tenía algunos pozos, recordé que Daniel llegó a decirme que su tigre gustaba de pasar el día en ellos, imaginé que había hecho el mismo comentario a sus arquitectos. Tenía muchos árboles, salones al aire libre, cabañas, casa para esclavos y gran espacio libre para construir.

–Esta será mi casa– declaré.

–Pero si aún no acabas la vuelta– mi esposo veía otra maqueta pero se deslizó junto a mí.

–No necesito hacerlo, ésta es. Quiero vivir aquí, quiero que nuestros hijos vivan aquí– le sostuve de la mano –Daniel, elijo esta casa.

Mirándola de reojo, enarcó una ceja.

–Me gusta– dijo, y mi sonrisa se ensanchó tanto que las comisuras de mi boca me dolieron.

–¿Cuándo empiezan su construcción?

–No tengo tierras en el país que escogiste, pero ya estoy moviéndome para comprarlos. En cuánto finalice el papeleo, daré la orden. Estará lista y esperando por ti para cuando regresemos de la isla griega.

Diosa Roja  | Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora