۞ Capítulo 13. Aceptación

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Todo a su alrededor retrocedió cuando los labios de ella prendieron fuego a todo su cuerpo. Este no era un beso exigente o doloroso. Era una ligera caricia. Un beso de cariño. Un beso inocente, como nunca antes había tenido. Uno que le hizo gruñir de necesidad cuando ella cubrió su cara con sus manos, arrastrándolas por su cuerpo para sostenerle tan cerca de ella que la cabeza le giró con incredulidad. Y en ese momento, todo lo que quiso era estar dentro de ella. Para tenerla sosteniéndole así mientras sin que hubiese nada entre ellos. Solo piel contra piel.

Kougyoku no podía respirar cuando saboreó a Sinbad. Su cuerpo era tan increíblemente duro. No dudaba que no hubiese una simple molécula que no estuviese musculada y definida. Excepto por sus labios. Eran tan suaves como un susurro y sabían a puro poder masculino.

Mordiéndose el labio, Kougyoku se apartó para ver su cara cubierta de rojo. Si era de rabia o vergüenza, no podía decirlo con seguridad pero ¿Acaso había logrado sonrojarlo?

—Lo siento. Espero no haberte ofendido. Dijo ella.

Sinbad sacudió la cabeza mientras tendía la mano a su mejilla. Tirando de ella contra él, enterró la cara en su pelo e inhaló la dulzura de su esencia, Era una esencia en la que quería bañarse hasta estar cubierto con cada pulgada de su piel y marcarle como suyo. Kougyoku cerró los ojos ante el más estrecho abrazo que jamás había tenido. Ella lo abrazó de regreso y lo sostuvo. Nada parecía importar excepto estar con él aquí mismo y ahora.

Sinbad apretó los ojos cuando las crudas emociones lo atravesaron. Déjala ir. Empújala a un lado. Eso era la cosa más sensata que podía hacer. La más segura. Pero no podía. De repente anhelaba tener a alguien que lo sostuviera cerca y lo aliviara. ¿Sería eso tan egoísta?

-Vete, vete ahora. El pergamino esta en sima de la cama, olvida todo esto. Aun no sé a qué viniste, pero olvídalo, porque si no te vas ahora, no me veo capaz de dejarte ir después. En estos momentos sería capaz tomarte aquí y ahora.

Kougyoku cerró los ojos y dejó que la euforia inundara sus sentidos cuando la boca de él comenzó a ascender con lentitud hasta sus labios sedientos, que lo aguardaban entreabiertos. Las manos y brazos de Sinbad reclamaron el deseoso cuerpo de Kougyoku, atrayéndola hacia la seguridad de su cuerpo. Si en su manera de abrazarla había rastros de dominación, también los había de reverencia; sus dedos descubrían los rincones más sensibles de la piel que quedaba al descubierto y los acariciaban con toques ligeros como los de una pluma. Kougyoku permitió que le separara los labios y gimió ante el suave roce de su tentativa lengua. Devoró su boca con besos tiernos que calmaron el ansia que ella sentía, pero, que al mismo tiempo, la hicieron tomar conciencia de todos aquellos vacíos que anhelaba llenar con desesperación. Cuando Sinbad sintió el urgente temblor que recorrió su cuerpo, la calmó con una larga caricia de su boca mientras sus brazos la sostenían con firmeza. Acunó su acalorada mejilla con una mano al tiempo que acariciaba el satén rosado de sus labios con el pulgar.

-Respóndeme -musitó. La calidez de su mano hizo que un cálido de escalofríos le recorriera la piel y apretó aún más la mejilla contra su palma.

-No, no me voy. -contestó sin aliento. Un brillo triunfal iluminó los ojos de Sinbad. Al instante, inclinó la cabeza de Kougyoku y volvió a besarla, profundizando las caricias de su lengua poco a poco. Sus palmas le apretaban con gentileza ambos lados de la cabeza y fueron modificando el ángulo entre ellos hasta que sus bocas encajaron a la perfección. El ritmo de la respiración de Kougyoku se tornó irregular, hasta que sintió que la cabeza, le daba vueltas por la súbita inhalación de demasiado oxígeno. Alzó las manos para aferrarse a su cuerpo duro y hundió los dedos en el elegante tejido de su chaqueta.

Magi - Mi Adorable OdaliscaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora