۞ Capítulo 12. Confrontación

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Cuando Kougyoku recuperó el conocimiento se encontraba en una amplia habitación que de alguna forma le parecía familiar. Tenía una gran puerta de vidrio a lo largo con vista al balcón, donde la luna iluminaba tenuemente. Cerca de ella había una pequeña mesa rústica para el té y detrás un enorme ropero que acaparaba gran parte del muro. Entonces reparó que estaba recostada en un nido de almohadas de distintos diseños y colores, bajo una gran alfombra de similares tonos resguardándola de la fría cerámica que cubría todo el piso. Fue entonces que recordó cómo había llegado a este lugar, se analizó algún tipo de daño interior y a excepción de un ligero malestar en el estómago no sentía nada. Logró incorporarse suavemente hasta sentarse frente a su adversario, quien la estaba esperando, sentado sobre la orilla de la gran cama con dosel.

Como obligándose a levantar la vista, comenzó mirándolo lentamente desde los pies descalzos, hasta al fin alcanzar su gélida mirada, que, pese a su relajada postura, Kougyoku podía sentir su furia. ¿Cuánto tiempo estuvo dormida? No sabía porque Sinbad parecía tan enfadado, ¿Acaso se dio cuenta que lo espiaba?

- ¿Qué hace alguien del imperio de Kou, filtrándose en Csitephon? Tan solo fue una pregunta y solo eso basto, para dejar a Kougyoku en un profundo estupor, sentía que hasta no podía respirar y la habitación se hacía cada vez más grande y gélida. Al fin había pasado lo que más temía. Y no tenía cómo defenderse.

-¿El imperio Kou? No sé de qué me hablas, Sinbad, provengo de la tribu de los Ebará. Solo sé, que nuestras rutas colindan con la frontera de ese país. Le respondió intentando una sonrisa, como si le diera gracia la sola confusión.

Era gracioso que intentara negar lo evidente, teniendo en cuenta que tenía la prueba en su engaño en su bolsillo, pensó Sinbad, sin contar que su asustada reacción en el momento en que la encaro, lo confirmo. Cuánto había deseado que no fuera cierto, todo este tiempo mientras la veía dormir o cuando la cargo hasta su habitación, había deseado tanto que no fuera cierto. Era tan ligera y tibia en sus brazos y su piel parecía tan tersa y blanca. Casi angelical, si no fuera por la seductora curva de sus labios, que pareciera que siempre lo invitaran a besarlos. Pero bien sabía, que tales beldades, también podían ser las peores arpías. Nunca antes la apariencia de una mujer lo había conmovido o dudar de sus actos, pero ella le inspiraba un sentimiento de protección, quizás sea por la extraña apariencia inocente, que solía mostrar cuando estaba confundida o cuando se encontraba alrededor de Pipirika. ¿Cómo podía serlo? Descartando tales pensamientos sacó de su bolsillo el pergamino, para que estuviera a la vista de la joven, la cual inmediatamente pareció sorprendida y ansiosa, pero no hizo más que mirarlo con cautela. Buena chica.

-Una persona de mi confianza investigó, este singular pergamino y descubrió que la letra y el estilo de magia es del imperio Kou... Entonces ¿Es necesario que repita la pregunta?

-Lo robe. No estoy relacionada con el imperio.

- ¿Lo robaste? Claro, un imperio reforzado en exmilitares permitiría a una chica, robar lo que parece ser uno de los artefactos mágicos, más increíbles que he visto.

-Es por voluntad propia, no trabajo para nadie. -El que omitiera su respuesta lo confirmaba y eso lo enfureció todavía más.

- ¿Y esperas que te crea?

- ¡Pues cree lo que te plazca! ¡Lo hago por la persona que me importa!

- Sin duda, un amante.

- ¡No es un amante! -Escupió cada vez más encolerizada Kougyoku, con los ojos sombríos de furia.

- Entonces, ¿Quién era?

- ¡Nunca lo sabrás, Maldito!

- ¡Por Dios, que lo dirás! -Explotó, Sinbad y de un salto, la aferró del brazo para sacudirla.

Magi - Mi Adorable OdaliscaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora