۞ Capítulo 15. Consecuencias

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-Buenos días, querida. Aunque realmente no lo es, aun apenas está amaneciendo, pero tengo que irme antes que venga Jafar y note que estas acá.

Kougyoku gruñó y se volvió para enterrar el rostro en la almohada; no deseaba enfrentarse al día ni a las consecuencias de sus propias acciones. Demonios, ¿qué había hecho? Chie y Mei estarían en Kou sumamente preocupadas, pensando que la artimaña había fracasado y que Sinbad la había apresado. Sin contar lo que podría estar pensando en el imperio Kou. A las consecuencias indeseadas de su proceder se sumaba ahora la mano de Sinbad que recorría su espalda mientras sonreía.

-Si deseas permanecer en la cama yo podría...

-Vete -dijo ella, furiosa consigo misma porque, a pesar de su desasosiego, experimentaba un estremecimiento al sentir su caricia; y furiosa con él porque parecía tan alegre.

-¿Cuál es el problema? -dijo él razonablemente-. Si temes que tu plan de ayudar al imperio Kou fracaso por nuestro encuentro. Estas equivocada, pienso ayudarte en eso de hecho. Son competencia. Si. Pero es emocionante enfrentar a un duro contrincante. ¿O puede que estés resentida por lo de anoche?, cariño.

Ella se volvió. -Al diablo contigo. No experimenté ningún dolor, sólo... -Él rio al verla ruborizarse y callar súbitamente.

-Sé que soy sutil, pero no sabía que era tan hábil. Percibí la pérdida de tu virginidad, querida niña. -Arqueó una ceja y le sonrió seductoramente. - ¿No lo notaste tú?

-Calla y déjame pensar.

- ¿En qué debes pensar? Mientras tú dormías profundamente, obtuve una llamada de cierta compañía de comercio la cual está en busca de nuevos proveedores. Y pregunto mi opinión por cierta compañía de comercio que está iniciando actividades en el mundo. Por lo que le comenté que haríamos una reunión de aquí a unos días, no es la primera compañía que solicita esta clase de asesoramientos. Tener esta clase de contactos es muy útil en este mundo y más para una compañía que está recién iniciando.

Parecía tan orgulloso de sí mismo que ella hubiera deseado golpearlo. -Nunca pedí tu ayuda.

-No. Pero lo harás. No me gustaría verte de nuevo husmeando por mi biblioteca. -Él fue hacia la puerta, la abrió y dejó pasar al sirviente que parecía estar esperando desde hace un rato. -La señorita Kugyou de seguro desea un buen desayuno, Durho. Tienes apetito, ¿verdad, cariño? Siempre estoy famélico después de una noche de...

La almohada dio en su rostro y Sinbad debió reprimir la risa al ver la expresión incrédula de su sirviente. -Eso es todo, Durho.

-Sí, sí, por supuesto, señor. Muy bien señor Sinbad.

El pobre hombre, confundido, salió apresuradamente de la habitación. Kougyoku dijo, hecha una furia: -Eres una bestia, un mal nacido. ¿Por qué me mencionaste?

Él se encogió de hombros, inmutable ante la reacción de ella. -Sólo traté de asegurarme, que te reconociera cariño. Durho jamás difundiría habladurías sobre una "amiga" mía. Por otra parte... -No completó la frase, pero era innecesario aclarar cuáles podrían ser las nuevas consecuencias de eso. -Debo juntarme con Jafar antes que venga a molestarme acá, Durho te traerá el desayuno y te atenderá en lo que gustes, mis reuniones no terminaran hasta el mediodía y sí que hasta entonces no podré verte. Sinbad se acercó a ella rápidamente para plantarle un suave y lánguido beso, que dejo a la joven aletargada y ávida de más. -No me extrañes demasiado. Dijo sinbad con una sonrisa maliciosa. Antes esta muestra de arrogancia Kougyoku le tiro una segunda almohada la cual fue esquivada con facilidad y para cuando fue a tomar la tercera Sinbad ya había cerrado la puerta dejando el eco de su risa atrás.

Magi - Mi Adorable OdaliscaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora