Capítulo 8.

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Narra Mario. 🔹

- Con un demonio, Mario basta, cálmate. - Me grita Mau.

- No voy a calmarme Mauricio. Joder, ¿qué eso lo que quiere?, ¿por qué regreso?, había pasado un año...un puto año tratando de olvidarla, y ahora, ¿qué?, ha mandado todo mi esfuerzo a la mierda. - Grito yo golpeando la pared con mis puños.

- No Mario, tú jamás hiciste ningún esfuerzo, tú aún la amas, deja tu orgullo de porquería de una vez. - Responde seco.

- No le diré una mierda, porque...no estoy enamorado de ella Mau... - Miento. - Ya no más, esto solo me hace daño.

- Bien, si quieres hundirte en tu puto mundo de sangre y destrucción, está bien, sigue evadiendo que estás enamorado de Sofía, hazte mierda tú solo, viéndola caminar, pero...cuando ella se canse, no te hagas el mártir, sufriendo porque ella ahora le dice te amo a otro chico. Has cambiado Mario, & estás dentro de un jodido infierno, del que no vas a poder salir solo, & si no quieres ayuda, entonces me largo. - Dice frío molesto, cerrando la puerta tras de sí.

Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, mi corazón ruge contra mis costillas, y me siento débil, ahora que nadie me está mirando. Es que es así, cuando la vi entrar por la pequeña puerta, rememore todo lo ocurrido.

Los golpes que recibí por defenderla, las peleas que tenía con Daniel, su lindo cabello castaño volando en el aire mientras conducía esa motocicleta. Sus bonitos ojos cafés, mirándome fijamente, es sabor de sus labios, y la manera que tenía de hacerme estremecer con solo mirarla.

Me odio, la odio, odio que sea tan perfecta, odio no poder sacarla de mi cabeza, aunque me haya hecho mierda un año antes, odio con todas mis fuerzas su manera de caminar, que me hace perder la cabeza y querer correr tras ella, la odio, porque simplemente me vuelve loco, y no quiero que lo haga, porque Mau tiene razón, por su culpa estoy dentro de un infierno.

Todos mis demonios están sueltos, quiero golpear todo, quiero ir a gritarle en la cara que se vaya y me deje sufriendo por siempre, pero también quiero abrazarla, jamás soltarla, porque la extrañé, mierda, claro que lo hice, pero no estoy dispuesto a ser el idiota dulce de hace un año, de esa manera solo van a jugar conmigo, y ya no más.

Es que la vida me odia, eso está muy claro, de otra forma no la habría traído de vuelta. Ni siquiera puedo procesar correctamente su regreso, es decir, ¿Vino aquí por mi?, no, que va, ella e fue por mi, ¿por qué habría de regresar a ver mi cara de estúpido?

Me dejo caer sobre el suelo, pegando mi espalda a la pared, mirando el techo y dejando que las lágrimas se deslicen por mis mejillas cuan si fueran toboganes.

- La amo, Dios mío, la amo con locura. La amo con sus defecto, la amo porque sí, la amo porque simplemente me hace feliz hacerlo, la quiero aquí, conmigo. - Digo para mí mismo, con las lágrimas quemando mi garganta.

Demon. ‹‹ Mario Bautista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora