Capítulo Cinco: Rio Nakamura.

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Okuda, ayúdame...—dice mi madre, la cual está siendo tragada por una especie de masa enorme amarilla...Está estirando su mano hacia mi.

Solo puedo estar impactada, sorprendida y asustada.

¿Que hace mi madre allí?

—¿¡Mamá?!—exclamo, con lágrimas en los ojos— ¡Te voy a sacar de ahí, no te preocupes!

Estiro mi mano para alcanzar la suya. La salvaré...¡Tengo que salvarla!

Justo cuando estoy a punto de agarrar su mano, la masa extraña la engulle por completo...

—¡¡Mamá!!¡No!¡No te vayas ahora!¡No puedes!...¡Mamá!—grito, desesperada. Las lágrimas recorren sin cesar mis mejillas.

No puedo...Pensar claramente ahora...

¿Qué acaba de pasar?...

—Eres...Una mentirosa, Manami...Dijiste que me salvarías...—la voz de mi madre resuena en mis oídos...Esas debieron ser...¿Sus últimas palabras?...¡Pero ella nunca diría eso!

No...Ella no ha muerto...

Está viva...¿Verdad?...

Mi...Mamá...Está bien...

Está bien...

Te lo dije, Okuda...Te dije que me odiarías...—el rostro de Karma aparece frente a mi, con una sonrisa macabra en su rostro.

—¡Mamá!—grito, despertándome.

Respiro entrecortadamente y mi corazón late a mil por hora...

¿Que tipo de sueño ha sido ese?

Estoy sudando...

La puerta de la habitación que Itona me ha asignado se abre de un portazo.

—¡Okuda!¿¡Qué pasa!?¿Estás bien?—pregunta un alarmado Karma, mirándome fijamente.

Esa sonrisa macabra del sueño...

No la puedo olvidar tan fácilmente...

Pareciera como si él fuera el malo...

Entonces, me fijo en un detalle presente en Karma...

Oh, no puede ser...

Él...Él está...

—S-sí...Estoy bien, Karma aunque u-un poco confundida...—digo, apartando la mirada del pelirrojo, sonrojada. He vuelto a ser sincera, como es común en mi.

Obviamente, no sabía que Akabane dormía sólo en calzoncillos...Razón por la cual mi cara parece un tomate.

Yo, por lo contrario, me he puesto un pijama que Itona me ha dejado.

Por supuesto, es de su novia, no suyo.

—G-gracias por preocuparte por mí, Karma, y-ya puedes marcharte...—le digo, sin atreverme a mirarle.

—¿Qué te pasa, Okuda?...—pregunta, sonriendo como siempre lo hace—¿Acaso te da vergüenza verme así?

—Cla-claro que sí, Karma...S-solo llevas unos calzoncillos puestos...

Mi cara está tan roja ahora mismo, que al final decido cubrirla con la sábana de la cama.

Oigo la risa de Karma inundar la habitación.

Segundos después, escucho el ruido de la puerta al cerrarse.

Se me escapa un suspiro de alivio.

Su verdad [Karma×Okuda]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora