Capítulo 4

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E2748, trece años, 7 de Junio, año 3061

Es de noche, por lo que debo ser silenciosa a la hora de salir.

Cuando tengo insomnio siempre me escapo a la clínica para hablar con nana. Ella siempre me prepara un té de manzanilla y me cuenta algún cuento o experiencia de cuando era más joven. Es increíble saber que le han arrebatado todo y aun así sigue sonriendo.

Paso entre los guardias mientras entro por la salida trasera, donde nunca hay guardias vigilando. Lentamente entro sin hacer ruido, luego llego por detrás mientras me siento en uno de los bancos.

-       Hola nana – digo por detrás haciendo que ella de un salto

-       ¡niña!, me has dado un gran susto – dice llevando una mano a su pecho

-       No puedo dormir – digo encogiéndome de hombros

-       Y yo tengo la cuera para eso – dice ella con una sonrisa.

Me conduce hacia el pequeño cuarto donde ella guarda la tetera y los sobres de té. Ella prepara dos tazas que resultan estar heladas, pero es mejor que nada ya que no hay en donde calentar el té.

-       Cuéntame algo, nana – digo dando un sorbo de mi té. Ella parece pensarlo un poco antes de sonreír y voltear a verme

-       Cuando aún vivía en mi pueblo natal, tenía dos pequeñas hijas que solían siempre pelear. Eran mis dos niñas, se llamaban Hazel y Jade, esas pequeñas tenían caritas de ángeles pero por dentro eran unos pequeños torbellinos, aun las recuerdo correr por la casa siempre peleando por ver a quien le quedaba más bonito un listón en el cabello

<< Y aunque siempre terminaban llorando, se amaban como hermanas que eran. Si de algo estoy segura es que no hay cosa más fuerte que el amor entre los hermanos, no importa la distancia, siempre habrá un espacio en el corazón para aguardar el recuerdo. Se cuidaban entre ellas, como si una fuera la mitad de la otra, ese amor intenso es algo que vale la pena ver.

-       ¿y qué paso con ellas? – pregunto, ella suspira con pesar

-       Cuando ocurrió uno de los primeros desalojamientos, le dije a mi hermana mayor que se llevara a mis niñas lejos. Ellas no fueron atrapadas gracias a Dios, pero yo sí, me dijeron que necesitarían alguna enfermera y me llevaron con ellos

-       ¿y no ha sabido nada de ellas desde entonces? – pregunto realmente triste por lo que ella cuenta

-       No. Pronto serán 28 años de no tenerlas conmigo. Ellas ya son adultas y seguramente casadas o con hijos. Por eso me gusta estar aquí, cuidar de estos niños me trae la paz que perdí hace tantos años. Pero ya hay que dejar este tema

Dice ella limpiando las delgadas lágrimas que salen de sus ojos. Toma las dos tazas mientras las deja en un pequeño fregadero.

-       Supongo que es hora de que vuelvas a tu cabaña  - dice ella con una sonrisa

-       Te amo nana, eres como una madre para mí – digo haciendo que ella jadee antes de mirarme para luego envolverme en sus brazos

-       Y yo te amo a ti mi niña, los amo a todos los que están aquí, y algún día, saldrás de aquí, yo lo sé, veo esa chispa en ti – dice ella besando mi cabeza

Le sonrío mientras camino de regreso a mi cabaña, pero me detengo en una de las cortinas. Como si una fuerza me impulsara, abro la cortina de golpe, pero no hay nadie en esa camilla.

Ya no hay nadie.

-       Él se fue hace unos meses querida, solo no lo notaste – dice ella

En lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora