KENT, TRES MESES ATRÁS.
-No puede ser verdad -dijo el señor Harding claramente sorprendido. Una risa alegre escapó de entre mis labios.
-Lo es, se lo prometo -dije levantando una mano al aire -Nadie me había sacado a bailar más de dos veces la misma noche.
Sus pies seguían el ritmo de la alegre música mientras sus manos y sus anchos brazos me guiaban por la habitación fácilmente. A nuestro alrededor más parejas bailaban desenfadadamente, sonriendo y claramente disfrutando de la velada.
Los bailes de la alta sociedad, supongo que serían algo de lo que nunca iba a deshacerme, pues era una Benworth - o familia de una Ellingson aquí - pero estaba aprendiendo a disfrutar de ellos.
Diré que en Kent todo era ligeramente distinto. Nadie me obligaba a nada, ninguna mujercita casadera era infeliz y todo parecía desenfadado y alegre. Nada que ver con Londres.
Henry Harding no llamó mi atención hasta que me sacó a bailar una segunda vez aquella noche.
Mi mente y mis sentimientos estaban aún bien lejos de aquél lugar, en lo último que pensaba era en buscar o encontrar a alguien más. Pero estaba bien. Todo bien.
Cinco fueron el total de piezas que salimos a bailar juntos. Un escándalo en potencia.
En Londres todo el mundo estaría cotilleando y mirándonos con reparo, pero aquí, por más que buscase alguien mirándonos con juicio, rápidamente comprendí que a nadie le importaban demasiado nuestros asuntos.
Lorrain me corrigió luego diciendo que la única diferencia con la ciudad de la que veníamos era que aquí disimulaban al hablar de ti a tus espaldas. Especialmente si eras familia del duque.
Esperanzador, si más no.
El señor Harding tendría la edad de Kenneth. Era delgado y alto y su tez dejaba claramente a la vista que era alguien importante.
Sus modales eran impecables y tenía una gracia natural para moverse en la pista de baile.
Pronto me descubrí a mí misma disfrutando de su compañía y buscándole a cada evento social que asistía.
- ¿Le apetece tomar el aire? -preguntó cuándo terminamos la última pieza.
-Claro.
La terraza estaba atestada de parejas glamurosamente sudorosas que necesitaban un respiro.
Con cuidado deslicé mis guantes fuera de mis manos y azucé mi negro cabello.
-Volviendo al tema de antes, -dijo él - ¿cómo puede ser que una belleza como la suya pueda pasar desapercibida en Londres?
Bien, admito que en este punto mis mejillas se sonrojaron y fui incapaz de mirarle a los ojos. Pero, aunque creía que mi belleza no era para tanto, sí había mejorado gracias a mi empeño por parecer madura.
-Digamos -carraspeé muy ligeramente, muy sutil. -que no lucía como ahora cuando vivía allí.
-Bueno -dijo -me alegro de ello, puesto que la ha traído hasta aquí.
Me atreví a mirar al señor Harding a los ojos para verle observándome fijamente.
-Disculpe -dije débilmente golpeando tontamente su brazo -no se supone que deba mirarme así, señor Harding.
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Una noche en Rosefield Hall [Benworth Series III] - Romantic Ediciones
Historical FictionAl darse cuenta de que se ha enamorado de William, el amigo de sus hermanos, Sarah intenta huir. En su viaje reconstruyéndose el corazón, encontrará la ayuda inesperada del Marqués de Sittingbourne. Y eso cambiará su vida para siempre. ...