30 - Chicas celosas

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Las chicas de mi colegio siempre fueron amables conmigo. Atribuí el comportamiento de mis compañeras hacia mí por la única razón de ser el mejor amigo de Max, el estudiante más apuesto del colegio; porque no todas eran amables. Algunas de ellas se volvían amenazantes cuando sentían que alguien se entrometía en su camino, y más aún se volvían unas fieras cuando su feminidad era reducida por una chica que consideraban poco femenina.

El primer día de clases las chicas pusieron sus ojos sobre mi mejor amigo Max, porque era un adolescente de ojos azules muy apuesto. De inmediato las más coquetas no perdieron el tiempo. Fue una competencia por hacerse notar para que él la aceptara en su círculo de amigos, pero no solo buscaban la amistad de mi amigo, sino también robarle el corazón.

No solo las chicas estaban alrededor de Max, sino también los grupos considerador de elite. Esos grupos daban miedo, porque estaban integrados por adolescentes que miraban a los demás con la nariz hacia arriba, como si todo a su alrededor les apestara. Los consideré adolescentes desagradables desde la primera vez que los vi acercarse a Max con ofertas de amistad. Reunidos en grupo intimidaban a cualquiera que pasaba a su alrededor, pero no a Max. Mi mejor amigo tenía una personalidad segura, relajada y fuerte. Se llevó muy bien con ellos, pero no se alejó de mí. Siempre permaneció a mi lado.

A pesar de que Max hizo muchos amigos, quienes se juntaban con nosotros en el recreo, Max siempre prefirió mi compañía y la compañía de Cristal, una compañera que conocí el primer día de clases y con quien me llevé muy bien. Ella era muy hiperactiva, por eso rápidamente se integró a los amigos que rodeaban a Max.

Las chicas odiaban a Cristal, porque Max permitió que ella permaneciera a su lado, en su círculo de amigos. No podían entender como una chica tan poco femenina pudo lograr ser amiga cercana de Max. No me agradaba cuando a veces escuchaba comentarios desagradables hacia Cristal.

"Es porque logró que Caramel dejara que se acerque a él, por eso Max la soporta. Ya saben, Caramel es su mejor amigo, es por eso tiene que aguantar a la ridícula de la amiga de Caramel", escuché una vez. Mi amiga era sincera. Max se llevó muy bien con cristal, porque ella era natural, y no andaba de pegajosa con él. Las intenciones de Cristal eran amistosas, no como las intenciones de las chicas que le coqueteaban y buscaban momentos a solas con mi amigo.

"No hablen mal de mi amiga Cristal" dije dejándome al descubierto ante ellas. Las chicas se intimidaron al verme y se alejaron de inmediato.

—Caramel no debe hacerle caso a las chicas —Max me dijo cuándo le conté lo que había escuchado sin querer.

—Es que no me gusta cuando escucho que hablan mal de Cristal— me quejé indignado.

—Si no te gusta, reclámales y peléate con ellas.

—No puedo hacer eso, estaría mal. Un hombre no debe meterse con las chicas.

—Entonces no te quejes. Si a Cristal le incomoda, deja que ella misma solucione sus conflictos.

Aunque no me gustó la idea de dejar sola a mi amiga Cristal en medio de chicas celosas que temían que ella le quitase al príncipe, debía hacerlo. Max tenía razón. En problemas de mujeres los hombres no teníamos que meternos.

Fue muy difícil mantenerme al margen. Esos grupitos que se consideraban de elite, solían mirar a Cristal de pie a cabeza como si ellos le recriminaran su cercanía alrededor de mi amigo. No me agradaban. Cuando ese grupito buscaba la compañía de mi mejor amigo, yo me alejaba de ellos, porque no podía tolerar sus sarcasmos petulantes cada vez que hablaban.

Pero no solo era ese grupo el que miraba feo a mi amiga, si no también dos compañeritas de mi clase: Dulce y Fresa, que al parecer se estaban volviendo cercanas a los adolescentes de elite. Mis compañeras eran dos niñas muy guapas, las chicas más bonitas del primer grado, por eso fue fácil que ese grupito les permitieran acercase. Estaba claro que al pasar los años ellas desfilarían como integrantes oficiales de tan desagradables grupo.

Un día, después de que sonara el timbre del recreo, Cristal y yo nos preparamos para salir del aula. Fue en ese momento que Dulce se acercó a mi amiga para decirle que el auxiliar le dijo que ella, mi amiga, tenía que llevar los cuadernos al salón de los auxiliares. Después Dulce y su amiga Fresa salieron al recreo entre risitas burlonas.

Cristal se alejó de su pupitre, estiró sus brazos, puso sus manos en su cintura y dijo con una sonrisa:

— Voy a dar un paseo a la sala de auxiliares, Caramel.

—Te ayudo a llevar los controles.

—No, no tienes por qué hacerlo. Yo puedo sola, Caramel. El salón de auxiliares no está lejos, además estos cuadernillos no pesan nada.

Cristal se acercó al pupitre y agarró los cuadernos de control. Los cuadernos de control eran livianos, pero en conjunto debían pesar mucho, por eso quise ayudarla, pero no insistí. A mi amiga Cristal no le agradaba que la tratasen como si fuese una chica débil y delicada.

De repente mi mejor amigo Max entró a mi salón.

—Caramel, Cristal, ¿Piensan quedarse en el salón? —Max nos regañó.

—No, Max, el recreo es sagrado —dijo Cristal—, pero tengo que llevar estos cuadernillos a la sala de auxiliares. Vayan avanzando, los busco cerca al quiosco.

—No, Cristal, vamos contigo—dije.

—Cristal, eres muy fuerte —Max trató de molestarla.

—Claro que lo soy, además estos cuadernos no pesan nada.

—A ver, déjame probar —le dijo quitándole los cuadernos de las manos—. Tienes razón no pesan anda.

—Vez, te lo dije, Max, son livianos —Cristal extendió sus manos para que Max le entregase los cuadernillos, pero mi amigo no se los devolvió.

—Entonces apurémonos o se nos terminará el recreo.

—Vamos dije con una sonrisa.

Cristal se quejó, pero permitió que Max llevará los cuadernillos.

Cuando salimos noté la molestia de Dulce y Fresa, quienes no pudieron disimular el desagrado en sus caras. No quise tener malas ideas. Yo presentí que el auxiliar no le había encargado los cuadernillos a mi amiga, si no a alguna otra persona, pero el par de amiguitas debió aprovechar esa oportunidad para molestar a Cristal. Meneé mi cabeza al imaginar aquello, pero lamentablemente mi presentimiento fue confirmado por mi compañera Luz, quien me dijo que el auxiliar le había ordenado a Dulce que llevara los cuadernillos, no a Cristal.

Me sentía mal por mi amiga Cristal, pero no podía hacer nada, porque no debía meterme en problemas de chicas, pero si eso continuaba no iba a ser capaz de seguir ignorando a las personas que molestaban a mi amiga.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora