94 - Recuerdos (LSDClara)

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Mamá comenzó a pasar más tiempo conmigo a pesar de correr el riego de que le contagie mi enfermedad. Ella no le temía a la enfermedad, temía que yo me deprimiera por el fallecimiento de Cristal. Mamá se quedaba a mi lado a hacer las tareas que mi compañero Caro comenzó a traerme todos los días. No negué la ayuda de mi compañero de clases, porque debía continuar adelante por Cristal.

Mis ojos se humedecían cada vez que los recuerdos de Cristal invadían mi mente, pero respiraba profundo para concentrarme en mis tareas. Debía terminarlas a tiempo para entregarlas a Caro cuando venía a casa para recoger mis cuadernos con los deberes realizados.

Una tarde mi mamá me pidió que bajara a la sala para que atendiera una visita inusual. Bajé insegura. No tenía ganas de ver a nadie. Una señora de cabello revoltoso se puso de pie cuando me vio. Ella se acercó a mí y me abrazó. La mamá de Cristal vino a verme, no tenía idea para que, e imaginarlo me asustó mucho. No dije nada, solo esperé que ella empezará a hablar.

—Clara, cada vez que mis hijas entran al cuarto de su hermana se ponen a llorar. Ellas están muy deprimidas. Cómo madre también me duele mucho que Cristal, mi hija mayor, haya fallecido, pero debo ser fuerte por las más pequeñas —la mamá de Cristal me agarró las manos. Noté por primera vez que cristal se parecía a su madre, porque escuché su voz y sentí la amabilidad de mi amiga en la señora—. Clara, quiero que vengas a mi casa. Voy a desocupar la habitación de mi hija, por eso quiero que vengas. Eres su amiga más querida, Clara, estoy segura que mi hija hubiese querido darte algo para que la recuerdes.

—Voy a ir —dije incapaz de tener el valor de pisar la habitación de Cristal.

—Vamos, te acompañaré, me dijo mamá.

Caminar fuera de casa no fue maravilloso como creí que sería después de estar en cuarentena por mi enfermedad, porque sentí un triste vacío a pesar del brillante sol. Cristal siempre me recibía en la puerta de su casa cada vez que iba a visitarla para salir a divertirnos juntas, pero solo sentí su ausencia desde que pise el pórtico lleno de recuerdos.

La sala se sintió vacía. La acostumbrada imagen de Cristal regañando a sus hermanitas revoltosas se volvió recuerdos. La sala se encontraba en calma sin regaños ni chillonas vocecillas alegres. Seguí a la madre de Cristal hacia la habitación de mi amiga. Sentí una enorme melancolía que pudo ser capaz de desbaratarme si no me hubiese repetido dentro de mí que debía ser fuerte. "Puedes llevarte lo que quieras", me dijo la madre de Cristal antes de dejarme sola en la habitación.

Fueron recuerdos hermosos lo que pude ver en la habitación de Cristal. Siempre alegrías y risas desde la primera vez que compartimos momentos en su pequeño espacio personal adornado con incontables poster de sus películas favoritas y chucherías que dejaba en sus repisas. Su escritorio abarrotado de cómic, que semana a semana seguía con pasión, se encontraban unos sobre otros hasta alcanzar alturas imposibles. Su madre siempre le exigió que los tirará, pero nunca le hizo caso, porque eran su mayor colección. Las historietas continuaban intactas. Su habitación parecía desordenada, pero no lo estaba, porque eran las tantas cosas coloridas lo que daban esa impresión. Solo algo nuevo me sorprendió.

Cristal pegó en su pared un gran mapamundi compuesto con recortes de papeles impresos. Los pequeños aviones que adornaban el mapa fueron hechos con gran paciencia incapaz de atribuir a Cristal. Imaginé el gran trabajo que debió costarle hacer su mapa y aviones de papel. Lo desprendí de la pared, lo plegué con cuidado y lo puse en un folder para llevármelo a casa.

Fue difícil escoger otro segunda objeto como recuerdo, porque cada cosita en la habitación había sido parte de Cristal. Decidí que los momentos a su lado eran suficientes para no olvidarla. Miré por última vez su habitación bajo el marco de su puerta. De repente recordé algo muy personal de Cristal que quise poseer. Me sentí una ladrona a pesar de tener el permiso de la madre de Cristal de llevarme lo que quisiera. Me dirigí hacia el cajón de su escritorio Sin remordimientos. Al fondo, entre todas sus chucherías, busque un USB, su diario virtual. Lo sostuve en mi mano con la promesa de guardar sus secretos por siempre. Quise cerrar el cajón, pero no lo hice, porque Vi varios discos sueltos. Llamaron mi atención, ya que tenían escritos el nombre de Caramel. Pensé que eran recuerdos de Cristal que fueron grabados en discos para dárselos a Caramel ya que ella lo quería mucho.

Me llevé los discos de Cristal con intensión de entrégaselos a Caramel. No consideré ver ningún disco, porque creí que era algo muy privado, ya que debía contener información lleno de sentimientos solo para la persona que quiso. A pesar de mi resentimiento con Caramel, decidí que él también debía tener recuerdos de Cristal.

Regresé a casa con mamá. Pegue el gran mapa y los avioncitos en la pared de mi habitación. Pude entender el mapa después de verlo con atención. Sus planes de viajes eran todo un sueño de un alma libre sin grilletes. El mapa era toda una inspiración. Miré el USB y los discos que dejé sobre mi escritorio...

Descarté la idea de pedirle a mi compañero Caro que le lleve los discos a Caramel. Agarré mi abrigo, guardé una mascarilla en mi pequeño bolso y salí de casa sin que mamá se diera cuenta.

Fui a casa de Caramel a pie. Llegué, toque su puerta y me puse la mascarilla. Pensé que su mamá me atendería, pero fue Caramel quien me atendió. Se sorprendió al verme. Yo no tuve idea de cómo sería nuestro encuentro después de haberlo tratado mal, pero mis dudas se nublaron

—Caramel, quiero ofrecerte disculpas- dije de inmediato apenas abrió su puerta.

—Clara, pasa, conversemos adentro. —me dio espacio para entrar, pero me quedé quieta.

—Caramel, discúlpame. Me porté mal contigo la última vez. No debí decirte todo eso tan horrible. Cristal te quiso mucho, por eso te ofrezco disculpas. Ella se hubiese enojado conmigo si se enteraba que te traté mal. No creo que tengas la culpa de lo que pasó, porque debe ser como dijeron los adultos, que fue un accidente. Quiero creerlo, Caramel, por todo lo que ella escribió de ti en su diario.

— ¿Su diario?

—Sí, Caramel —Le extendí los discos que encontré con su nombre—Caramel, estos son para ti. Los encontré en la habitación de Cristal. Tienes que verlos.

Caramel los recibió inseguro. No supo si agradecer o considerar aceptar algo que podría ser algo muy privado para Cristal.

—Caramel, aunque Cristal te haya perdonado todo, yo no puedo hacerlo.

No esperé que Caramel me respondiera. Lo dejé en el pórtico de su casa con los discos en sus manos.

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Hola. Solo para decirles que el capitulo "Aunque me ames mil veces" fue agregado ya que sentí un vació. Los tres últimos capítulos ya están escritos. Si desean pueden seguir la pagina donde subo algunos datitos sobre las historias de mis escritos  https://www.facebook.com/sankbutterfly/

Gracias por leer, gracias por sus estrellitas, gracias por su paciencia. Desde ya estoy extrañando esta historia. Besos!!!


AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora