-Bien, gracias.- El taxista nos deja delante de una pizzería. Cuando voy a pagarle el mira a Alessa y después a mí. Nos mira de arriba a abajo y dice que no hace falta que le paguemos por ser "dos chicas guapas". Cuando dice eso saco a Alessa del coche antes de que le arranque la lengua.
-Idiota...- Dice delante de la pizzería.
-Sí, el mundo está lleno.
Nada más entrar Alessa mira el gran horno donde hay pizzas haciéndose. Observo cómo se le hace la boca agua. La llevo hasta una mesa, ella parece sufrir al separarse del horno.
Lo bueno es que un camarero nos atiende antes que a los demás, lo malo es que mira demasiado a Alessa. Ella no se da cuenta, está demasiado ocupada devorando su pizza barbacoa.
-Espera aquí.- Le digo cuando aun esta con la mitad de la pizza.- Voy a pagar así nos podremos ir rápidamente.
Ella siente aun mordiendo la pizza lo que me saca una sonrisa. Le acaricio el pelo como me hace ella y noto como ronronea. Se supone que debería parecerme raro pero es adorable. Me levanto y me dirijo a la caja, no tardo mucho en pagar pero cuando vuelvo a la mesa Alessa no está. La pizza está acabada y no está su bolsa.
-No puede ser...- Digo cuando la veo cruzar la calle hacia mí con otra bolsa en la mano y una sonrisa enorme en la cara.
-¿Dónde has ido?
Ella señala una Sex Shop que está cruzando la calle.
-Oh... ¿Qué has comprado?- Intento mirar dentro de la caja pero ella tiene la chaqueta encima de lo que sea que haya comprado.
-Ya lo descubrirás...- Aparece su sonrisa de demonio.
Mi móvil empieza a sonar, nerviosa lo cojo sin mirar quien es.
-Sara, se que Alessa está despierta y que no estáis en el hospital. - Dice Vero molesta. Solo hay una manera de librarme de esta...
-Es que... No he podido contenerme...- Como no lo pilla tengo que hablar un poco mas.- En el hospital nos podían pillar muy fácilmente.
-Oh.- Dice entendiéndolo por fin.- Vale, ¿dónde estáis?
-Eh... Nos vemos en nuestra casa.- Cuelgo rápidamente. No quiero saber que haría Vero cuando viera a Alessa con una bolsa de un Sex Shop.
En casa
Vero me interroga sobre nuestro encuentro pero obviamente no le digo nada porque me lo he inventado, y aunque fuera verdad no lo diría. Cinco minutos después, recibo un mensaje de papa diciendo que necesita hablar conmigo y los chicos dicen que quieren hablar con Alessa a solas. Cuando vuelven los chicos entretienen a Vero para que yo pueda hablar con Alessa.
-¿Qué ocurre?- Le digo preocupada.
-No mucho, en las familias oyeron lo del accidente y quieren saber si estoy bien. Ellos les han dicho que estoy bien, pero ellos siguen pidiendo verme en público así que voy a ir. ¿Vienes? Solo tardaremos unas horas.
-No puedo, tengo que ir a casa. Me han enviado un mensaje... ¿Nos vemos en un par de horas?
-Claro, pequeña.- Me besa la frente y me abraza con fuerza.- Cuando dije que tenía hambre lo decía en todos los sentidos. - Me susurra.
-Sería una pena que tuvieras que esperar, claro que... Alguien no me ha querido enseñar lo que ha comprado.- Digo alejándome de ella con una sonrisa. No me espero que me agarre de la mano y me lleve a la cocina. Agarra mi cadera y la pega a la pared.
-¿Y si no aguanto más? - Dice contra mi cuello. Noto todo su cuerpo contra el mío, sus pechos presionando los míos.
-Lo harás.- Digo con una sonrisa. Ella me muerde y una explosión de placer se arremolina en mi interior. El móvil vibra en mi bolsillo, devolviéndome al presente.
-Tranquila, volveré pronto.- Digo escurriéndome bajo su brazo.
-Eso esperamos yo y los juguetitos.- Dice dándome una palmada en el trasero. Si no salgo de aquí ahora, me voy a tirar encina suyo y me va a dar igual lo que nadie vea o diga. Así que con la cabeza agachada por el rubor y el deseo de sexo en los ojos subo al Tesla y me dirijo a mi antigua casa. El lugar donde conocí a Alessa por primera vez, aunque en ese momento no me imagine que acabaríamos así...
No tardo mucho, la casa no está muy lejos. Un montón de recuerdos me vienen a la cabeza cuando veo la casa en la que crecí. Papa me espera en el salón.
-Papa.- Es un poco raro, hace tiempo que no hablo con él. Desde que mama me llevo con ella...
-Hola cielo, ¿qué tal estas?- Dice caminando hacia mí.
-Bien... Bueno, ¿de qué quería hablar?
-Sí, eso...- Me ofrece un sillón para sentarme.- Bueno... Es un poco difícil de decir así que lo diré directamente ¿vale?
Asiento.
-Tu madre quiere quitármelo todo, y además quiere que os pase una pensión.
Intento mantener controlada mi respiración, la separación de mis padres es demasiado dura para mí. Pero no puedo dejar que algo como esto me derrumbe.- Sara, me dejara sin un techo y sin dinero para comer o vivir. Sabes que en mi trabajo me pagan muy poco.
-Si...- Recuerdo las peleas que tenían cuando yo era pequeña a causa del dinero.
-Odio tener que pedírtelo, pero necesito tu ayuda hija. - Me agarra la mano, yo le miró a los ojos. Parece estar desesperado.- Solo quiero demostrar que tu madre ya tiene una casa donde vivir y que yo necesito esta casa, solo eso.
-¿Que necesitas papa?- El sonríe un poco cuando lo escucha.
-La abogada de tu madre. Ella tiene los papeles de esta casa y la que tenéis, los necesito. Estarán... En su despacho.
-¿Quieres que me cuele en su despacho y robe esos papeles?
-No tienes porque robarlos, hazles una fotocopia. Cielo... No te lo pediría si tuvieras otra opción. - Veo como sus ojos se llenan de lágrimas. Ver llorar a un amigo o a un hermano es duro, pero ver llorar a uno de tus padres... No se puede describir el dolor que se siente. Tengo que ayudarle, es mi padre. El haría algo así si yo se lo pidiera, lo sé.
-Muy bien, lo haré.
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¡Ámame Como Yo te Amo! ¡2! - Diferentes.
RandomAlessa y Sara por fin están juntas, parece que todo va bien y que los científicos han desaparecido del mapa. Pero nunca se sabe... Un accidente, problemas familiares, unas verdades mal dichas y una tercera persona puede romperlo todo. ¿Podrán seguir...