17. Cigarros

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Acerco mi cara a la foto, el alcohol ha hecho que tenga la vista algo borrosa y no veo bien. Abro los ojos como platos. ¿Qué...? ¡Es ella! Estaba saliendo por la puerta justo cuando tomaron la foto.

-Si.- Dice el camarero. - De hecho se donde vive. Os lo apuntare.

-Por favor.- Digo. Cuando acaba de escribir nos indica cómo llegar hasta ahí. Nos dirigimos a la puerta.

-Esperad. ¿Qué pasa con ella?- Dice cuando abrimos la puerta y empezamos a salir.

-Es ella.- Le digo.- Mi pareja.

-¡Espera!- Grita.- ¡Antes de ir deberías saber que ella esta...!

No oigo nada mas, corremos de vuelta a la plaza y de ahí nos desviamos hasta pasar varias calles. Ella está aquí, está aquí. La he encontrado, las estrellas me escucharon. Cuando llegamos a la calle es como si el alcohol no me hiciera efecto, quizás la adrenalina lo ha consumido no lo sé.

Saco el papel mientras busco el portal número 24. Tardamos en encontrarlo, es el último piso así que miro hacia arriba. Lo que veo me deja atónita.

Alessa, increíblemente hermosa como una diosa esta en el balcón. Tiene la camisa desabrochada y con un poco de escote, se le ve un poco el sujetador. Lo que más me sorprende es el cigarro en su mano, no sabía que fumara.

Suelta el humo que se mantiene un poco hasta desaparecer por completo. Le da otra calada mientras mira al cielo, absorta en sus pensamientos. Abro la boca para hablarle, decirle algo cualquier cosa pero las palabras se atascan en mi interior cuando lo veo.

Un hombre robusto y musculoso, sin camiseta aparece junto a ella y le quita el cigarro. Le da una calada mientras rodea los hombros de Alessa con su brazo, ella se inclina hacia él, en el movimiento se le cae una parte de la camisa completamente arrugada y mal puesta que lleva, dejando al descubierto uno de sus hombros. Él le acaricia el hombro desnudo y le susurra algo al oído, la aprieta más contra él y los dos desaparecen.

Se me cae el alma a los pies. Mis rodillas tiemblan, empiezo a reír un poco. No puedo creer lo que he visto. Ella... Ella... No... No. Ella no... No puede ser. Sonrió de nuevo y las lágrimas empiezan a caer, mis rodillas flaquean y caigo al suelo de culo. Mi sonrisa se despieza y empiezo a llorar.

- No puede ser...-Oigo a Joshua. Esta tan sorprendido como yo.

- En realidad... –Dice alguien bajando la voz.- Ella es bisexual así que...

No quiero saber nada más así que me levanto y salgo corriendo, necesito alejarme de esto. Porque no puede estar pasando, no es real. No es real. No es real. ¡No lo es! Ella me dijo que me amaba. Me lo dijo y yo la creí. ¿Acaso era mentira? Si de verdad me amara no estaría con otro al de diez días.

Corro por las calles, me choco contra la gente y cruzo sin mirar. Algunos coches pitan y oigo como frenan. Me da igual. Busco el hostal. Nada más llegar entro a mi habitación, feliz de estar sola. Agarro una almohada y me la presionó contra la cara. Ahí grito y lloro hasta que no puedo más y el alcohol, las emociones y el cansancio de tanto correr hacen que me quede dormida.


A la mañana siguiente

Me despierto con un horrible dolor de cabeza que no me deja pensar, pero eso no evita que recuerde lo ocurrido. Me tapo aun mas con las mantas, me siento sin fuerzas, cansada, débil. No quiero hacer nada. Lo único en lo que puedo pensar es en que quiero irme a casa.

-Sara...- Dice Ana nada más entrar.

-Ana, si no es mucha molestia ¿podemos volver?

-Pues claro Sara, nosotros estábamos hablando de eso. Lo único que Joshua se dejo la chaqueta en el bar. Pasamos por allí, venimos, hacemos las maletas y nos vamos. ¿Bien?

-Gracias Ana.- Digo empezando a llorar.

-No te preocupes, tu vístete.- Me da un pequeño abrazo y deja una pastilla en la mesita.- Es para el dolor de cabeza.

Asiento.

-Bueno, te esperamos fuera.

No quiero pensar, es doloroso así que cojo la pastilla y me la tomo. Agarro ropa cualquiera y me meto a la ducha. No pienso en nada, mantengo la mente en tonterías y me muevo cómo un robot. Coger jabón, frotar, enjuagar. Coger jabón, frotar, enjuagar. Así una y otra vez hasta que decido que es suficiente y salgo. Ni siquiera siento el frio al poner los pies en las baldosas. Me seco y me visto. Me cepillo los dientes y salgo.

Esta vez también vamos caminando. Los chicos no dicen nada, hablan de alguna trivialidad y después se quedan en silencio. Estarán sorprendidos, o quizás lo hacen por mí. No lo se... No me importa. Ahora mismo no me importa nada, solo coger la chaqueta y salir de aquí. Es como si la vida se me escapara a cada paso que doy...

Al fin llegamos al bar, ahora no tiene luces de neón pero sigue habiendo gente dentro. Nada más entrar Joshua ve su chaqueta. El camarero nos llama y nos acercamos. Veo mi cara en el espejo que tiene detrás, estoy pálida y completamente seria. Tengo un aspecto horrible con los ojos hinchados... Suspiro. No me importa.

-¿Estás bien?- Me dice el camarero. Yo asiento.

-La vi.- Digo casi en un susurro.- No estaba sola.- Mi voz se rompe al recordarlo.

-Es lo que intente deciros antes de que os fuerais corriendo. Sé donde vivía porque esa es la casa de mi hermano.- Cojo aire. Duele. Joder duele muchísimo. ¿Por qué no puedo simplemente arrancarme esta cosa a la que llaman corazón y acabar ya?

-Escucha chica, ni tienes de que preocuparte. No están juntos.

-Tú no los viste...

Los chicos aparecen a mí alrededor. Ana me acaricia un brazo y Joshua el otro. Siento a los demás alrededor.

-No los vi, pero lo sé porque...

-Ella es bisexual...- Le interrumpo de nuevo.

-¡Pero él es gay!

¡Ámame Como Yo te Amo! ¡2! - Diferentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora