Día once.

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Día once.

Desperté atrapada en unos fuertes brazos, recordé enseguida lo que había pasado ayer… George. Su beso, sus abrazos, sus caricias, todo.

-Despertaste…

-¿Cómo lo supiste? –me estiré.

-Bueno, tu respiración cambió y sentí como te moviste. ¿Quieres algo para desayunar?

-No tengo hambre.

-____ tienes que comer aunque sea un poco –yo suspiré- te traeré cereales.

-No tienes de qué preocuparte George.

-Si tengo.

-¿Y tus clases?

-No iré, hasta que tú estés fuera de reposo.

-¡No tienes porque George Shelley!

-Si tengo, debo estar cuidándote. –Se levantó y se estiró- JJ llamó, dijo que vendría a verte.

Automáticamente sonreí y bajé la mirada, adoraba a JJ tanto como un hermano que nunca tuve. Prendí la televisión esperando mi cereal, sonó mi celular y contesté luego de unas oraciones de la canción.

-¿Si?

-Hola.

-Hola Ryan, ¿Cómo estás? –el suspiró.

-Necesito un consejo.

-Dime.

-Mh, le quiero pedir a Lindsey que salgamos… -yo solté un gritito- ¡Shh!

-Lo siento, pero esperé mucho este momento.

-¿Qué puedo decirle?

-No lo sé… “Lindsey, me gustas hace mucho, ¿Quieres salir conmigo?”

-¿Piensas que aceptaría?

-¡Claro!

-Te aviso lo que me diga. Gracias ____, te quiero mucho.

-Yo igual te quiero mucho, suerte, adiós.

Dejé el celular en la mesita y enseguida llegó George con dos potes de cereal con leche. Se sentó a mi lado viendo un programa de comedia mientras comíamos y nos mirábamos de reojo de vez en cuando. Hablábamos de temas sin sentido y varias veces nos atorábamos con la risa.

-¿Seguro que no quieres salir? Debes estar aburrido aquí conmigo encerrado.

-Estoy bien, si quieres estar sola con JJ debes decirme…

-No me molestas George.

-Pero tener privacidad con un amigo no hace mal.

-Me gusta que seas así.

-¿Así cómo?

-No tan… celoso, no sé. Que me des mi espacio.

-Bueno, hace días una personita muy linda me dijo que debo dejarle su espacio.

Me sonrojé, eso le había dicho yo uno de los primeros días en que empezamos a vivir juntos.

-Gracias por el cumplido. –el rió.

-Te sonrojaste. –yo me tapé la cara.

-Lo sé, no tenías porque decirlo.

Reímos y el me pasó su brazo por mis hombros atrayéndome a él.

-Te ves adorable así.

-Me harás sonrojarme más y no quiero.

-Me gusta que te sonrojes.

Nos miramos, nos estábamos acercando cuando sonó el timbre, bajé la cabeza y el bufó.

-Debe ser JJ, ¿Quieres que vaya yo?

-Está bien.

-Por mientras iré a comprar un remedio, el doctor dijo que te podía doler la cabeza.

-Gracias George, en serio. –el me sonrió para luego depositar un beso en mi frente e irse.

Con JJ estuvimos toda la tarde contándonos cosas y viendo películas, cuando vivía con mis padres y estaba en reposo no me entretenía como aquí. Recordé cuando él estaba en el colegio junto a su grupo y nunca me habló, la pregunta se quedó en mi cabeza.

-¿En qué piensas?

-¿Puedo preguntarte algo?

-Claro.

-¿Por qué jamás me hablaste en el colegio? –el se puso tieso.

-No podía, pero siempre te protegí. –me sonrió cálidamente.

-De todos modos gracias JJ –le sonreí ladeadamente- George se ha demorado mucho.

-Quizás está con Megan.

-Seguramente.

Luego de unas horas se fue. Estaba muerta de sed así que tuve que pararme a buscar algo para beber, me encontré con muchas latas de cerveza “Ay George” pensé y sonreí, tomé una lata de bebida y cerré el refrigerador.

Sentí la puerta abrirse. Debía ser él.

-¡Ya llegué _____!

-Estoy en la cocina.

-¿Qué haces levantada? –entró rápidamente en la cocina.

-Bueno, JJ se fue y tenía sed tuve que levantarme.

-Debes acostarte.

-¡Estoy aburrida!

-¿Y que quieres hacer?

-¡Salir! –el negó.

-Por favor por favor por favor.

-No.

-¡Por favor!

-No. –Me crucé de brazos- Vamos no te enojes.

-Estoy aburrida George.

-Ve películas.

-¡Ya las vi todas! –el suspiró.

-Mañana saldremos, pero cuando haga calor. Ahora es tarde.

-¿Promesa?

-Promesa. –le sonreí- Ahora a dormir.

-¿Llévame?

Me tomó en brazos con mucha facilidad y yo me aferré a él. Me sentía bien en sus brazos.

-¿Quédate a dormir conmigo de nuevo? –me apoyé en él.

-Está bien.

-Gracias.

George me dio un beso corto y se acostó a mi lado, es raro que nos besemos pero de todas formas me agradaba.

-Buenas noches.

-Buenas noches.

Él me abrazó por atrás y entrelazamos nuestras manos; iba a dormir bien hoy.

Noventa días, el onceavo de noventa.

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90 Días. -George Shelley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora