17.

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[Hoseok]

No había nada mejor que ir a un lugar deprimente cuando tu estado de ánimo era deprimente. Incluso las descascarilladas paredes grises se veían mejor que mi cara en esos momentos. Cualquier cosa se vería mejor que yo, cualquier maldita cosa. Y no me extrañaba, porque de un día para otro me había convertido en el ser más repulsivo del mundo.

¿Cómo mierdas pude perder tanto el control? ¿Cómo pude hacerle eso a Taehyung? Era despreciable, era inhumano haber abusado de alguien tan inocente. No quería ni pensar en cómo habría terminado si no le llega a dar el ataque de ansiedad, y eso sin tener en cuenta lo horrible que era tener que haber llegado a ese punto.

- Si puedes pasarme la botella antes de que te la termines, mejor –miré a Jimin y luego al recipiente de vidrio a medio llenar que descansaba en mi regazo. Sin darme cuenta me había bebido más de la mitad del alcohol que había en su interior. Di unos tragos más y se lo tendí a mi amigo, quien estaba sentado en el otro extremo del sofá con un cigarro en la mano. – Damos pena, amigo.

- Este sitio da pena –cerré los ojos y me dejé caer mi cabeza sobre la mullida base del reposabrazos, colocando las piernas sobre el regazo de Jimin y adoptando así una posición más cómoda. Él iba tan bebido que tampoco debió importarle tenerme encima.

- Es el único trastero que tiene mi padrastro. Disculpa por no tenerlo a tu gusto.

- Podrías limpiarlo, aunque sea esa esquina.

- ¿Por qué esa esquina?

- Porque es la que tengo en frente. Si lo limpiases, al menos mis ojos verían algo bonito.

- Pero si los tienes cerrados.

- Bueno, cuando los abriera – eructé sin pudor y volví a acomodarme, fundiéndome con el polvo del sofá. – Tú me entiendes.

- ¿Sabes a quien no entiendo? –negué sin prestarle mucha atención. Estaba en una fase en la que no sabía si tenía sueño o ganas de vomitar. Quizás ambas cosas, pero me quedaría con la que llegara antes. – A Jungkook.

- Ah.

- Me odia.

- Ah.

- No entiendo porque me odia.

- Una pena.

- Creo que le quiero –empecé a escuchar unos sollozos. Entreabrí los ojos y me encontré con la imagen de mi amigo bebiendo y llorando al mismo tiempo. Lo que decía. Dábamos pena. – Le quiero tanto, Hoseok. Quizás tenéis razón y me he enamorado.

- Que mal –moví un poco la pierna en un intento de acariciarle, pero en su lugar solo conseguí darle una pequeña patada y tirar varias latas de cerveza vacías que tenía encima. Él seguía llorando, bebiendo y volviendo a llorar. Eran tantas las lágrimas que soltaba que llegué a pensar que era el alcohol que estaba bebiendo. Tenía sentido. – Yo el otro día le provoqué un ataque de pánico a Taehyung.

- ¡Taehyung! –dio un último trago a la botella y la tiró contra la pared del cuarto, haciéndola añicos. Me asusté tanto que quité las piernas de su regazo y preferí dejarlas encogidas aunque la postura fuera muchísimo más incómoda. Era eso, o arriesgarme a que Jimin me las rompiera en algún ataque turbio. – Odio a ese niño.

- ...

- Voy a destrozarle la cara de idiota que tiene y lue-

- No tiene nada con Jungkook –me miró nada más escucharme, con toda la sorpresa reflejada en su rostro. Era obvio que odiaba al castaño por puros celos. Quizás por lo mismo que yo odiaba al pelinegro. Bueno, y en mi caso, que el mocoso emo era un maldito arrogante insoportable que iba con aires de grandeza por la vida.

Mírate [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora