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[Taehyung]

Mala idea, había sido muy mala idea faltar a la comida y quedarme hasta las siete en casa de Jaebum sin avisar a mis padres. Solía pasarme muy amenudo eso de no valorar las posibles consecuencias de mis acciones, y por ello, ahora me había quedado dos semanas más castigado sin salir.

¡Dos semanas! No iba a aguantar, moriría quedándome sin oxígeno en mi cuarto, ahogado en mi propia cama, con Poru mirándome y presenciando la muerte de su más genial y único dueño.

- Deja de montar un drama y recoge tu cuarto de una vez –soltó mi padre mientras pasaba de largo por mi habitación. Me acerqué con grandes zancadas a la puerta, y antes de cerrarla con un portazo, le saqué la lengua. – ¡Y baja esos humos!

Apreté los puños con frustración e hice lo que mejor había aprendido de mi mejor amigo, agarrar una almohada y gritar con todas mis fuerzas, dejando que el espumillón de su interior se encargara de apagar mi voz. Grité, grité y grité. Grité tanto que comencé a disfrutarlo, y cuando terminé agotado, tumbado boca arriba en mi cama, aún agarrando débilmente la almohada, una pequeña sonrisa brotaba de mis labios.

Al final terminé haciendo caso a mi padre –de muy mala gana- y limpié mi cuarto al ritmo de varias canciones de Jazz. Era divertido, porque solo podía limpiar cuando sonaba la música, y en los intermedios de cada canción, tenía que quedarme quieto y no mover ni un solo dedo o perdería. Sí, perdería. ¿Cóntra quién? Ah, ni idea, pero estaba seguro que se sentiría como una derrota real, quizás contra mí mismo.

De cualquier forma, aquel juego me ayudó a dejar impecable mi habitación en menos de media hora, y todo eso sin que yo a penas me percatase. ¡Incluso llegué a barrer, y yo siempre odié barrer con toda mi alma!

Mientras agarraba la bolsa de basura a la que había ido a parar la porquería que llevaba almacenando en mi habitación todo este tiempo, escuché como me vibrava el móvil. A pesar de la gran tentación que me suponía descolgarlo, no pude hacerlo porque tenía ambas manos ocupadas sujetando el plástico gris. Igualmente, esa cancioncilla acompañada del traqueteo del aparato, me incitó a moverme más rápido y llegar a la calle en un instante, soltando la bolsa junto al contenedor. Ni siquiera recordarba si pasaban esta noche a recogerla, pero tampoco me importaba, pues en mi mente solo estaba poder descolgar el móvil.

Y no pude.

Llegué tarde. Justamente cuando pulsé el botón de aceptar llamada, de esta lo único que salió fue un continuo pitido, dándome a entender que ya no permanecía nadie al otro lado de la línea. Fui a mirar el número, pero me salía como desconocido, y por lo tanto me era imposible devolverla.

Con un suspiro, decidí subir de nuevo a mi cuarto y disfrutar del nuevo ambiente que desprendía este, uno que hacía mucho tiempo que no presenciaba, uno desconocido para mí. Basicamente uno limpio.

Me tumbé en la cama, apoyando mi cabeza sobre la almohada a la que minutos antes estaba gritando, y con el peluche con forma de espárrago entre mis brazos, cerré los ojos, rindiéndome al sueño que llevaba acumulando tras mi salida del colegio.

No recuerdo con que soñé, ni siquiera si lo llegué a hacer, porque todo terminó tan repentinamente, que aunque hubiera querido, no habría podido guardar ni un detalle de mi subconsciente.

¿Que qué sucedió? Hoseok en mi ventana, eso sucedió.

Abrí los ojos al escuchar golpes en la tubería que se pegaba a la pared externa del edificio. No sé porqué, pero mi cuerpo reaccionó inmediatamente a eso, despertándome como si un asesino estuviera con un cuchillo frente a mi cara. Por suerte, no era ningún asesino, y cuando me asomé por el ventanal, divisé a Hoseok, agarrado a la tubería y poniendo todos sus esfuerzos en terminar de treparla.

Mírate [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora