59.

20.6K 3.3K 535
                                    

[Taehyung]

Lo peor de la pelea, fueron las consecuencias, las cuales no solo afectaban a Jungkook y Jimin. Cierto que el caso del pelinegro habían sido varios castigos, como no salir durante dos meses y tampoco poder hacer uso de la videoconsola, pero el mío era aún peor, ¡yo tenía que estar dos semanas solo sin él en el colegio! Era algo de lo que no me había percatado hasta que el día tras la pelea, después de las dos primeras clases, salí a la puerta esperando verle y no le encontré, y entonces caí en que no le vería hasta dentro de muchos días.

Y así comenzó mi etapa de supervivencia.

Al menos, en el comedor Jin me hizo un hueco en la mesa con sus amigos. Casi no hablaba con ellos, principalmente porque no entendía los temas, pero eran muy agradables y me sonreían continuamente, incluso algunos días me agarraban de los mofletes y trataban como un bebé. Yo me enfadaba e inflaba las mejillas, entonces ellos reían y yo terminaba riendo con ellos. Eran divertidos, hacían que la hora de la comida fuese la mejor del día.

Pero las demás seguían siendo un infierno, sobretodo el recreo. Jungkook no estaba, lo que significaba que no había nadie a mi lado. Estaba solo otra vez, y por alguna razón me daba un miedo tremendo. Ni siquiera sabía a qué, pero había momentos en los que me sentaba en mi silla y tenía ganas de llorar, esperando con paciencia a que terminara el día, a que pasara rápido y quedara cada vez menos para la vuelta de mi amigo.

- Taehyung

Esa voz.

Esa maldita voz era el peor de mis problemas con la ida de Jungkook. Me dolía tanto escucharla, que hasta prefería estar completamente solo. Simplemente quería que se fuera, que se alejara, que me dejara en paz, pero Hoseok nunca lo hacía.

Por suerte, se me daba bien fingir que no lo había escuchado. En cada ocasión que intentaba hablarme, simplemente tenía que acelerar mis pasos o girar la cabeza en otra dirección, además de llevar unos cascos de música siempre puestos, incluso aunque no estuviera escuchando nada.

- Taehyung -volvió a insistir.

De nuevo fingí no haberlo escuchado y me crucé de brazos, escondiendo mi cabeza entre ellos y aislándome de todo. Seguidamente sonó un suspiro y unos pasos alejándose, y deseé haber tenido la música realmente encendida para no tener que presenciar con ninguno de mis sentidos como Hoseok se marchaba. Cuando hubieron pasado unos segundos, levanté la vista de nuevo, asomando tan solo uno ojo por encima de mis brazos, buscando al pelinegro con la mirada.

Ahí estaba. Igual de guapo que siempre, igual de serio, de frustrado y de atrayente. Ya no sonreía, pero sus labios me gustaban con la misma cantidad que antes, y por la forma en la que los mordía, parecía saberlo y actuar a propósito.

Seguí observándole embobado unos segundos, mientras él hablaba de algo con Yoongi, hasta que se giró hacia mi sitio, me descubrió observándole y rápidamente escondí la cabeza entre los brazos de nuevo, intentando aparentar normalidad. Cuando volví a subirla, para mi desgracia, seguía mirándome, pero de una forma distinta.

Con tristeza, con tanta que me entraron ganas de llorar.

Y luego apartó la mirada. Lo hizo él, no yo. Y me sentí más solo que nunca, más incluso que cuando pensaba en Jungkook, que cuando terminaba la hora de comer o cuando tenía que entrar a primera hora a clase.

Pero a pesar de todo ello, cuando a la salida, entre el enorme tumulto de gente, se me acercó y susurró al oído mi nombre, no respondí.

- Taehyung -otra vez - Taehyung, me estás oyendo -por tercera e igual de dolorosa. Solo conseguía hacerme estremecer, que me entraran ganas de salir corriendo y me agobiara porque no podía, porque estaba rodeado de alumnos que nos hacían de muralla sin ser conscientes de ello, porque me encerraban junto a un monstruo que me atraía en contra de mi voluntad. - Tae, escúchame.

- Pe-perdón -llamé en el hombro a un gran chico que había frente a mí, y cuando se giró, me colé bajo su brazo. Y así repetí con aproximadamente veinte personas, alejándome a toda velocidad del edificio.

Una vez llegué a la acera, no pude evitar girarme, buscarle desde las sombras, desde lo lejos, como siempre hacía. Y le vi totalmente quieto en el mismo sitio, de nuevo mirándome. Solo hacía eso, me miraba, y dolía más que cualquier otra cosa.

Quizás me asustaba más sentirle a él a mi lado, que sentirme solo.

Mírate [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora