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[Hoseok]

Entre las innumerables opciones de lo que podría estar haciendo un sábado por la tarde, de ninguna forma entraba ir a la fiesta que organizaba la acosadora de mi novia. Detestaba tanto la idea que hasta me planteé terminar con Moonbyul para no tener que asistir a tal evento. Obviamente no lo hice, y a las nueve en punto me encontraba frente a su portal, con mi moto y un casco de recambio.

A diferencia mía, ella parecía totalmente emocionada. Llevaba esa deslumbrante sonrisa acompañándola a cualquier acto que hiciera, ya fuera besarme, saludarme, o incluso tan solo estar sentada en la moto. Parecía drogada.

- Os llevaréis bien, ya verás.

- No. Nos seguiremos odiando y ella seguirá detrás de tu culo.

- ¡Hoseok!

- Es la verdad –volví a bajarme el casco cuando el semáforo se puso en verde e hice oídos sordos a los siguiente que me dijo. Probablemente sería algo tipo "No le gusto, deja de decir tonterías" o "Deja de ser tan pesimista".

Mientras tanto, yo aprovechaba estos últimos momentos de libertad que iban disminuyendo a medida que la moto avanzaba por la carretera. Ya podía ver la zona urbanizada donde se encontraba nuestro destino, y he de decir que me sorprendió gratamente comprobar que no era de alta posición. Todos los pisos eran bastante ordinarios y sin color. De hecho, a mi gusto, lo más destacable de la calle era mi moto y un cartel de un concierto de Hiphop pegado sobre un muro. Al menos superaba económicamente a Yongsun.

Aparqué en la acera cuando Moonbyul me agarró de la chaqueta y zarandeó con fuerza, señalándome el piso de su amiga. Era exactamente igual de común y no excesivamente grande que los demás. Nada de lo que alardear.

- ¿Quieres llamar tú al timbre? –preguntó sonriente cuando nos encontramos frente a la puerta. Sonreía igual de ilusionada que una niña pequeña.

- Cariño, no se que espera recibir de esta fiesta, pero te aseguro que nada va a cambiar. Tus amigos me caen mal y yo tampoco les agrado a ellos, acéptalo.

- Cállate –frunció el ceño y me apartó bruscamente del medio al tiempo que ella misma pulsaba el timbre. Al instante abrieron la puerta. Bufé y aparté la vista al encontrarme Yongsun. De veras que no la aguantaba. – ¡Sunnie! –Genial, y ahora se abrazaban... ¡eh, espera! ¿Le acaba de tocar el culo? Lo ha hecho, lo ha hecho de veras. – Hoseok está encantado de que le hayas invitado.

- No exageres –respondí seco, más pendiente de la mano de Yonsung sobre la cadera de mi novia que de las palabras de esta última.

- Y yo estoy encantada de que haya venido, ya lo sabes.

Moonbyul volvió a abrazarla, probablemente ciega de emoción al engañarse a si misma con las palabras de su amiga. Ninguno de los dos estaba encantado de la presencia del otro, ni siquiera nos llegaba a agradar. Nos caíamos totalmente mal, pero la rubia no conseguía entenderlo.

Una vez dentro no tardaron ni medio minuto en ponerse a hablar entre ellas y hacer el vacío por completo. Yo aproveché para dar una vuelta por el salón. Era bonito, nada lujoso pero con buena decoración, además de espacioso. En una pequeña mesa de en medio ya habían colocado cubos de hielo con latas de cerveza en el interior. Debía ser pronto, porque a penas había un par de personas conversando, aunque según lo que me habías dicho Moonbyul, tampoco iba a ser una gran fiesta.

Agarré una cerveza y me senté en uno de los extremos del sofá, rezando internamente para que este mal trago terminara cuanto antes. Pensando en positivo, cada segundo que pasaba, era un segundo menos hasta la hora de salida.

- ¡Anda, si es Hoseok!

Levanté la vista sorprendido y volví a bajarla con decepción. Sí, eran las compañeras de piso de Moonbyul. Estaban saliendo, y eran casi tan insoportables como la dueña de la casa en la que nos encontrábamos. Lo peor de todo era que a estas les gustaba hablar conmigo y provocarme. Con Yongsun solíamos evitarnos el mayor tiempo posible y ya.

- Bonitas trenzas –respondí con ironía a Wheein. Como era de esperar, inmediatamente su novia se hizo un sitio entre nosotros y le plantó un beso en los labios. Me era tan incómodo como desagradable, y la muy desgraciada lo sabía. – Existen las habitaciones.

- ¿Por qué íbamos a necesitar una? –respondió Hyejin cuando se hubo separado de la de trenzas, aún conservando una mano sobre el muslo de esta, casi adentrándose en el interior de la minifalda que traía. – Vinimos a hablar contigo.

- Ahá.

- ¿Por qué? ¿Acaso no quieres charlar un rato?

- Me muero de ganas –respondí sonriendo con falsedad. Ellas rieron, notando toda la ironía que traían mis palabras y haciendo caso omiso de ella. Suspiré y bebí otro trago de la lata.

Si quería sobrevivir ahí, necesitaría algo más que unos simples tragos de cerveza. 

Mírate [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora