Capítulo 28

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    Las manos del rizado se alzaron, posándose con suavidad en el rostro del mayor. Ambos chicos tenían los ojos cerrados, concentrados en el beso que unía sus labios. Las lenguas se acariciaban en sus bocas, danzando al mismo compás. La mano del castaño subió entonces hasta la mejilla del menor, aún húmeda por la fugaz lágrima que la acababa de atravesar.

    -Principito, ¿estás llorando?-preguntó extrañado, separándose unos centímetros para poder mirar al ojiverde.

    El nudo que oprimía su estómago se apretó aún más. No podía soportar la idea de perderle, de permitir que lo alejaran de él y de no poder hacer nada por evitarlo. Pero sabía que se estaba interponiendo entre fuerzas cuyo poder aún no llegaba a comprender y que no había nada que él pudiera hacer para cambiar el destino del ojiazul.

    Una nueva lágrima escapó a su control y se deslizó veloz por su mejilla, siguiendo la brillante estela  que había dibujado su hermana unos segundos atrás.

    -¿Qué te pasa Harry?-preguntó preocupado el brujo, secando la pequeña gota con el pulgar.

    -No quiero perderte-susurró el otro, tratando con todas sus fuerzas de no llorar.

    -Principito, jamás me iré de tu lado-prometió el mayor, abrazándole con ternura-. Jamás.

    Harry deseó con todas fuerzas poder creerle, poder acurrucarse entre sus brazos y pensar que todo iría bien. Pero sabía que aquello no era cierto. Sabía que sólo quedaban cinco días para que el demonio le arrebatara al chico que amaba. Y sabía que no podría hacer nada para impedirlo.

    Pero conseguiría que aquel momento permaneciera para siempre en su memoria.

    El ojiverde levantó la cabeza y besó al mayor con pasión, poniendo todo lo que sentía por él aquel beso. El castaño tardó un segundo en responder, sorprendido por el gesto, pero no tardó en rodear el cuerpo del rizado con sus brazos y estrecharlo contra el suyo.

    Los cálidos labios del brujo desterraron la angustia que consumía su corazón, rasgando las oscuras sombras que se habían instalado en su pecho. Harry subió las manos a su cabeza y enterró los dedos en el suave cabello del ojiazul. Los brazos de Louis lo acercaron aún más contra él, uniendo por completo sus cuerpos.

    Las manos del ojiverde no tardaron en desprender al mayor de su camiseta, que se deslizó por el sofá para caer después al suelo sin hacer ruido. Harry dirigió entonces sus labios hacia el pecho del castaño, besando durante el camino mejilla, cuello y clavícula. La piel de Louis parecía arder, como si estuviera enfermo, pero su calor reconfortó al menor.

    El brujo sujetó el rostro del rizado con delicadeza y lo levantó para unir de nuevo sus labios. Los besos del ojiazul tenían un suave sabor que el muchacho nunca había logrado reconocer, pero en aquel momento parecía el más delicioso del mundo. Bebió de aquel beso con desesperación, como si temiese abrir los ojos y descubrir que aquello no era más que un sueño, que el castaño ya había desaparecido. Pero era exactamente eso lo que le aterraba. Las lágrimas estuvieron a punto de desbordarle cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

    Se estaba despidiendo de Louis.

    Con los últimos restos de voluntad, se rebeló contra la tristeza que trataba de dominarlo y cortó el beso para dirigir sus labios al oído del ojiazul.

    -¿Por qué no vamos a la ducha?-propuso en un tenue susurro, rezando porque su voz se mantuviera firme.

    -Me parece bien principito-contestó el mayor sonriente, bajando la cabeza para clavar la vista en los ojos del rizado.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora