La luz del amanecer entraba por la ventana y se derramaba perezosa sobre la helada encimera de mármol, desterrando poco a poco la frialdad de la piedra. Un tranquilo silencio inundaba la cocina, roto tan sólo por el ocasional golpeteo de metal contra cerámica.
El causante del sonido se encontraba de pie frente a la ventana, algo inclinado, apoyado con un brazo sobre la encimera, como si estuviera cansado. Los rizos, oscuros, caían sobre su frente, molestándole, así que el muchacho sacudió la cabeza y siguió removiendo el contenido de la taza que descansaba frente a él. La blanca leche no tardó en oscurecerse cuando el té ascendió hasta la superficie, empujado por el constante giro de la cuchara.
Harry levantó la mirada y la posó en la inmensa ciudad que se extendía al otro lado de la ventana. Londres se despertaba ante sus ojos conforme las calles se llenaban de actividad, animadas por la multitud que pronto cubrió el pavimento.
Una triste sonrisa apareció en el rostro del muchacho al contemplar a la marea de gente que se dirigían a sus trabajos. Ninguna de aquellas personas podía sospechar lo que había sucedido a menos de cien metros del camino por el que iban cada día a trabajar, en el apartamento en el que se encontraba Harry. Ninguna de aquellas personas sabía qué tenía de importante esa fecha. Pero el muchacho sí y eso era lo que teñía de dolor su sonrisa.
Aquel día se cumplía un año de la muerte del demonio… y de todo lo que había arrastrado consigo.
El ojiverde dejó escapar un triste suspiro y enterró aquellos dolorosos recuerdos en lo más profundo de su mente. Sabía que el dolor que había sentido aquel mismo día, un año atrás, jamás le abandonaría del todo; pero revivirlo sólo le causaría más sufrimiento. El muchacho levantó la taza y la dejó sobre la bandeja de madera que se encontraba a su lado.
Una sola taza, como había sido durante todo aquel año.
La cafetera que descansaba sobre la encimera, a un metro escaso de él, atrajo su atención y Harry se acercó despacio para cogerla con cuidado, casi como si fuera un tesoro. El cristal estaba aún caliente y despertó viejos recuerdos en el rizado.
La sombra de un lejano dolor recorrió sus dedos al revivir el momento en que se quemó con aquella misma cafetera, el primer día que despertó en el apartamento de Louis. Una melancólica sonrisa curvó sus labios. Por aquel entonces desconocía el oscuro secreto que guardaba el castaño, el pacto por el que había vendido su alma a un demonio.
El pacto que había arruinado su vida diez años después.
Una solitaria lágrima consiguió escapar al fin, cuando el recuerdo del brujo agonizando entre sus brazos asaltó su mente. El silencio que escuchó en su pecho, el momento en que su corazón dejó de latir, aún poblaba las peores pesadillas del muchacho. Y Harry sabía que le acompañarían de por vida.
Tratando de ignorar aquellos pensamientos, dejó la cafetera sobre la encimera y se acercó de nuevo a la bandeja. Había decidido que aquel día merecía desayunar en la cama. Con aquella idea en la cabeza, levantó la bandeja y se dirigió con paso cansado hacia el dormitorio.
El salón que atravesó en su camino era muy diferente al que conoció la primera vez Louis le llevó a su apartamento. Los estragos que había causado la visita del demonio habían obligado al muchacho a renovar casi todos los muebles de la habitación, aunque manteniendo los tonos oscuros como recuerdo de lo que se perdió. De todo lo que perdió.
Los pasos del muchacho resonaron con fuerza en el silencioso pasillo, hasta que el sonido se interrumpió cuando Harry se detuvo frente a la puerta del dormitorio y la abrió con cuidado de no tirar el contenido de la bandeja.
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Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}
FanfictionUna noche cualquiera. Una fiesta cualquiera. Un chico cualquiera que sale con sus amigos para olvidar los pedazos de una relación que se ha derrumbado apenas unos días antes. Una noche cualquiera. Una fiesta cualquiera. Un chico extraño que obs...